De la infinidad de nombres que pueblan la Historia, solo unos pocos trascienden a la posteridad. Y cuando sucede suele deberse a algún logro sobresaliente, a un hito que, por un motivo u otro, se vuelve inolvidable. O, quizás, a una aportación que marcó una estela para que otras la siguiesen después. Es el caso del coruñés Marcial del Adalid (1826-1881), compositor decimonónico al que no amedrentó la idea de reivindicar el patrimonio gallego, aunque la tendencia llevase a sus contemporáneos a buscar una escuela española diferente a las imperantes italiana o francesa. La semana pasada se publicó 'Marcial del Adalid e o seu legado na Real Academia Galega', una obra de libre acceso que acerca su figura y repasa...
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