5 poemas de Que el río responda, de Carmen Verde Arocha

Estamos ante una poesía madura y para la madurez cuyo sentido no es fácilmente aprehensible, por lo que volvemos a estos versos, una y otra vez. Hasta que maduren en nosotros. O hasta que nosotros maduremos para ellos. Quedémonos con la resonancia que nos causan, sin pretender agotarlos ni asfixiarlos con preguntas ni explicaciones. Escanciemos... Leer más La entrada 5 poemas de Que el río responda, de Carmen Verde Arocha aparece primero en Zenda.

Feb 6, 2025 - 08:17
 0
5 poemas de Que el río responda, de Carmen Verde Arocha

«Seis son los libros de poemas de Carmen Verde Arocha: Magdalena en Ginebra (1997), Cuira (1997), Amentia (1999), Mieles (2008), En el jardín de Kori (2015) y Canción gótica (2017). Seis, no más —los suficientes—, referenciales, infaltables en las nuevas compilaciones de poesía venezolana. Seis libros que han bastado para zambullirnos en un mundo misterioso que se pasea por el rol de la mujer (hija, madre y esposa) para perpetuar la tradición, por el ámbito irracional del deseo, la infancia, la memoria, los antepasados, y nos ofrece episodios del cristianismo imbricados con la propia mitología familiar, en un desconcertante juego de imágenes. Aquí el poema es rezo, plegaria íntimamente ligada con el erotismo.

Estamos ante una poesía madura y para la madurez cuyo sentido no es fácilmente aprehensible, por lo que volvemos a estos versos, una y otra vez. Hasta que maduren en nosotros. O hasta que nosotros maduremos para ellos. Quedémonos con la resonancia que nos causan, sin pretender agotarlos ni asfixiarlos con preguntas ni explicaciones. Escanciemos sin prisa las mieles que nos ofrenda esa magnífica tejedora de versos que es Carmen Verde Arocha».

Álvaro Mata
Crítico literario, investigador y divulgador cultural

Zenda comparte cinco poemas de Que el río responda. Antología poética, una colección de poemas de Carmen Verde Arocha publicados por Visor Libros.

***

EN LA CALLE ROSA MARÍA

Tengo una venda en el plexo solar. Algo amarillo insiste en tocarme. Dos niños blanquísimos cosen mi vientre. Me duele. Acepto la herida. Estoy acostada, el Padre encima, y la casa de madera sobre los truenos. Un oleaje seco pone arroz en mi carne, en la carne de arroz que nueve meses fue Cristo. Cicatriza el nombre, y no levanto objetos pesados para evitar las huellas. Tu palabra sea única. Es mi noche de bodas.

*

En la calle Rosa María
la infancia
tiene algo de sepulcro.
A veces
el corder
atraviesa nuestros cuerpos,
y la virtud
es escarbar en la tierra
(como si fuéramos perros)
un alacrán
que duerme
en el mundo de los muertos.

(Cuira, 1997)

***

ISABEL MADERA

Un baúl con pan negro, carne precocida,
y voces de la infancia

traía el abuelo Antonio Isabel Madera
cuando se acercaba a la mesa,
a observar el pastel sobre hojas de amaranto.

El cumplía años,

setenta y nueve servidos en pedazos iguales.

Nunca podíamos cantarle cumpleaños,
se marchaba antes del canto de la cigarra.
Todos quedábamos con la vela,
que nos miraba con remordimientos.

Así era él, cada vez que llegaba presentíamos
su olor a despedida.
Se lavaba la cara. También los pies.

No me toquen.
Y tenía en el bolsillo de la camisa
a su amante,

quien no lo dejaba estar cerca del piso,
remolino de bronce
que lo hacía girar
hasta volverlo ceniza de huesos.

El abuelo alegre sonreía.

Todos confiábamos en que viviría eternamente.

Por eso lo dejábamos ir
con su sombrero tiznado por el sol.
Alejándose del techo.
Tratando de que el pudor no le robara la sed.

Isabel Madera vive a cuatro cuadras de la calle El Pozo.

Conocido porque duerme a las serpientes,
le pone dientes de oro,
sostiene el agua en el aire.

En una ocasión
trajo un pedazo de madera,
lo puso con rabia en el centro de la mesa.

En esto se convirtió el amor, escríbanlo.
Salió y se quedó del lado de atrás de la ventana,

y nos veía comernos el dulce,
con desespero
queríamos evitar que el amor se nos fuera.

 (Mieles, 2003)

***

QUE EL RÍO RESPONDA

Tienes grietas al atardecer
Nube amarilla que recorre los días
pastoreando el amor

El cielo vive dentro de tus aguas
cielo de madera caja de armario
capaz de encerrarnos y llevarnos lejos
muy lejos hasta el mar

Las hormigas dejan sus huellas al paso

La arena es estéril aunque hagas el amor en su centro
por eso la expulsas de tu cauce

Sol en el agua luna en la arena
Fortalecer el espíritu sin prescindir de Afrodita

Río fruta viva sin excluir la pasión ni el deseo
nuestra gloria está en tu ser de río
y somos testigos
de ese huevo de oro que yace en el fondo de tus aguas

Eres un abanico haces un guiño y nos llamas
Es el sueño dentro del sueño
donde la mujer limpia su pureza

Río vigoroso
alimento de nuestras venas
poderosa agua dulce hecha roca

Apiádate de nosotros.

(En el jardín de Kori, 2015)

***

EN EL JARDÍN DE KORI

A mi hermana Belkis (Pepita)

Pepita mira cuán afónicos
los niños al abrir los regalos.

Por encima la palabra se devuelve
a lo que nombra
a lo que cubre
luego de tus dieciséis meses de diálisis.

Pepita vámonos de tiendas
Compremos todo tipo de juguetes
La muñeca Belinda que tanto te gustaba
Barbie bebé bicicleta yoyos Lego
Algo encontraremos.

Debajo del lago
la voz del agua está agotada
La cubrieron de juguetes piñatas caramelos.

Pepita observa cómo se ondula tu cabello cuando ríes.

Pasan los niños de ojos azules
y piel negra
Tocan el tambor y danzan en el  jardín de Kori.

Siéntate
es tiempo de tejer una bocanada de aire.
Lavemos tus ropas.
Cuidémonos.

La princesa Kori tiene una casa de juguetes
con su traje de terciopelo
abriga poco a poco su cuerpo.
Ella encaja con sus manos
cada una de las partes de las muñecas y los juegos.
Los niños la aman nosotras también.

Y pensar que hay tantos niños que no han nacido.

(En el jardín de Kori, 2015)

***

DESESPERANZA

[Segunda versión]

Cúbrete en la tumba
para no morir sola
donde la mudez tiembla
como lagartija que ondea las aguas
y desaparece entre las ramas
en un país donde las ranas con su incesante rumoreo
tropiezan con un paisaje muerto.

Un sabor a petróleo en el rostro al levantarnos
adelgaza nuestro espíritu
dispara y nos obliga a encorvar los hombros
a mirar este suelo que se ha mudado a otro país
y nos ha dejado sólo con la sombra.

Hay un jinete frenético galopando
su caballo de fastuosas crines
ha dejado las puertas de las casas abiertas
que se mueven en torpe golpeteo.

Aunque las ranas reanuden su canto
este poema declina con el día
con el miedo de quien huye al escribirlo
y se desploma a los pies del pantano

en la espera inútil de vivir
de enamorar esta muerte
que consume en silencio.

(En el jardín de Kori, 2015)

—————————————

Autora: Carmen Verde Arocha. Título: Que el río responda. Antología poética. Editorial: Visor Libros. Venta: Todostuslibros.

BIO

Carmen Verde Arocha (Caracas, 1967). Poeta, escritora y gerente cultural. Licenciada en Letras y Magister en Historia de Venezuela por la Universidad Católica Andrés Bello en Caracas. Directora de la Editorial Eclepsidra en Caracas, y profesora de la Universidad Católica Andrés Bello. Fue gerente general de la Casa de la Poesía en Caracas. En el ámbito de la creación literaria ha sido reconocida como una de las poetas contemporáneas más importantes del país. Desde los años 90 su trabajo discurre entre su ejercicio creador como poeta y ensayista y la edición-editorial, este último ha ocupado su línea de investigación sobre la historia de la edición y la historia del libro en la Venezuela contemporánea. Ha publicado, Poesía: Magdalena en Ginebra (México, 1997), Cuira (1997-1998), Amentia (1999), Mieles (2003), Mieles. Poesía reunida (2005), En el jardín de Kori (2015), Canción gótica (2017), Magdalena en Ginebra, La concubina y otras voces de fuego (Poesía reunida, Chile, 2022); Que el río responda, Antología poética (Madrid: Visor Libros, 2025). Ensayo: Empresas editoriales venezolanas, apogeo y ocaso (1958 – 1998). Notas de historia cultural (2024); Cómo editar y publicar un libro. El dilema del autor (2013); El quejido trágico en Herrera Luque (1992). Entrevistas: Rafael Arráiz Lucca: de la vocación al compromiso. Diálogo con Carmen Verde Arocha (2019), Al tanto de sí mismo: conversaciones con Alfredo Chacón, en coautoría con Alejandro Sebastiani Verlezza (2021). Su poesía ha sido incluida en destacadas antologías y revistas electrónicas y en papel publicadas en España, Italia, Colombia, Francia, Chile, Brasil, Estados Unidos, México, Austria y Venezuela. Su obra ha sido merecedora reconocimientos y de estudios de parte de académicos venezolanos y extranjeros.

La entrada 5 poemas de Que el río responda, de Carmen Verde Arocha aparece primero en Zenda.