Él era un galán, ella una Susanita y un interrogante podía ser la llave para definir una relación: “¿Por qué me escribiste desde Francia?”
Él era un galán, ella una Susanita. ¿Podrían estar juntos?
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A finales del año 2010, y con 18 años, Julieta se peleó con su novio de la adolescencia con quien tenía una relación tóxica: él comenzó a amenazarla, le decía que iba a atentar contra su propia vida y otras cosas más, todas situaciones difíciles de manejar para una chica de su edad.
En esa época, Augusto tenía 22 años, con su grupo de amigos a veces se juntaban con el ex de Julieta. Empezó a ver cosas que no le gustaban, situaciones en las que le parecía que Julieta podía correr peligro y empezó a ayudarla. Augusto y Julieta tenían amigos en común, comenzaron a verse, salían a andar en bicicleta y hablar por grupos de WhatsApp.
“Era el típico galán y yo la Susanita”
Enseguida formaron una fuerte amistad que pasó a ser un poco más durante un año en una relación informal. “Él era el típico galán que le gustaba a todas y salía con muchas chicas, yo soy la típica Susanita romántica que cree en el amor para toda la vida”, describe Julieta. Ella quería la familia, el casamiento y su relación informal empezó a parecerle poco: Julieta se empezó a enamorar.
Muchas veces la pareja no está en la misma sintonía y hay que tomar decisiones. Este fue el caso, Augusto no estaba tan enamorado y se separaron. Para ese entonces Julieta estaba cursando su primer año de la Facultad de Medicina para ser médica pediatra mientras que Augusto vivía en el pueblo del interior del que ambos eran oriundos.
Una época de interrogantes
Julieta no lo olvidó, seguía enamorada del galán pero era consciente de que él seguía viviendo una vida de adolescente y no iban a volver. Hablaban esporádicamente, pero nada con mucha importancia, incluso Julieta conoció a un chico y se puso de novia.
Tres años después Augusto le escribió por Facebook a Julieta. Ella le contó que estaba estudiando, que estaba por rendir unos exámenes, hablaron un poco de la vida. Julieta se sintió incómoda, ¿qué hacía hablando con Augusto cuando ella estaba de novia? ¿Y si alguien la descubría? Por supuesto que no estaba haciendo nada malo, pero ella lo sintió de aquel modo.
Luego, por amigos en común, se enteró de que Augusto se había ido por dos meses y medio a vivir a Francia, y aquí surgió un nuevo interrogante: ¿qué hacía Augusto escribiéndole desde Francia?
“¿Por qué me escribiste mientras estabas en Francia?”
Ya de regreso en Argentina Augusto se enteró de que Julieta había cortado con su novio, él la había dejado. Le pareció que era un buen momento para hacer su aparición y le escribió. Ella le respondió y comenzaron seis meses de idas y vueltas de mensajes, de mucha charla y las ganas de volver a verse empezó a florecer en los dos.
Finalmente decidieron que era momento de verse personalmente: Augusto viajó a Rosario.
Julieta tenía que sacarse la duda, aquella pregunta seguía dando vueltas en su cabeza pero sobre todo resonaba en su corazón y se animó a preguntar: “¿Por qué me escribiste mientras estabas en Francia?”. La respuesta la dejó boquiabierta.
“Pensé que era un viaje que podía haber compartido con vos”
Augusto no dudó en dar los detalles acerca de aquel día, era hora de abrir su corazón, de dejar salir lo que hacía tanto tiempo sentía pero que no lo supo ver.
“Estaba arriba del arco de triunfo, solo todo ese viaje y pensé que era un destino que podía haber compartido con vos”, confesó. Le recordó alguna charla que habían tenido un día en la calle caminando bajo la lluvia y que él no había podido olvidar, se dio cuenta de que le pasaba algo simple: estaba enamorado de Julieta.
Ella le dijo que siempre lo había amado pero que no podía tener una relación informal, no quería volver a aquellos tiempos. Augusto aceptó, esa era también su intención, quería ser su novio. “En realidad nunca dejé de quererlo, siempre había sido “amor”, ese que estaba ahí pero que no se concretaba en pareja porque no era el momento, nunca habíamos coincidido”, analiza Julieta.
Sentados en el auto de él sellaron el comienzo de su noviazgo con un beso colmado de amor. “Temblaba de los nervios, para mí fue una historia muy linda de idas y vueltas, pero sobre todo de amor”, describe Julieta.
“Lo que destaca nuestra relación es lo distinto que somos”
Su noviazgo se extendió por 10 años y sigue vigente al día de hoy. Julieta terminó la facultad, hizo la residencia, quedó embarazada de gemelos y luego se fue a vivir con él al pueblo donde pasaron su infancia.
“Lo que destaca de nuestra relación es lo distinto que somos”, asegura Julieta. Recuerda que cuando se enteraron de que iban a ser papás primerizos de gemelos estuvieron 24 horas en silencio sentados en el sillón, no podía hablar. “Cuando me dijeron que eran dos bebés me largué a llorar y no escuché los latidos del segundo bebé porque mi cerebro se había bloqueado por completo. Yo lloraba y le decía que no lloraba porque estuviera triste porque fueran dos, sino porque tenía miedo por todas las complicaciones que yo sabía que tenía un embarazo gemelar, entonces mi único miedo era ese”, recuerda Julieta.
Decidieron no contar a nadie durante las primeras semanas y mantenerlo en secreto hasta obtener los resultados del estudio genético. En estos días los gemelos cumplieron dos años de edad, la familia se multiplicó de amor.