Elon Musk pasa a la acción: así se infiltraron sus acólitos en la mayor agencia de cooperación del mundo

La toma de control de la agencia USAid por miembros del DOGE se considera una prueba piloto para una revisión a gran escala del Gobierno federal de EEUU, según revela 'The Guardian' en exclusiva CLAVES - Qué es USAID y por qué Trump quiere acabar con ella Los empleados de seguridad de USAid estaban enfrentándose a los trabajadores del Departamento de Eficiencia Gubernamental que dirige Elon Musk (DOGE, por sus siglas en inglés). Trataban de impedirles el acceso a una sala de la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional con información reservada y confidencial cuando llegó un mensaje directo de Musk: den a los chicos del DOGE lo que pidan. Tras la investidura de Donald Trump en enero, un grupo de jóvenes ingenieros a las órdenes de Musk ha irrumpido en Washington DC obteniendo acceso a los sistemas informáticos del Gobierno. En palabras del senador por el Partido Demócrata Chuck Schumer, “un gobierno no electo y en la sombra que está desplegando una toma hostil del Gobierno federal”. 'Muskovitas' Todos menores de 26 años y prácticamente sin experiencia en la Administración, los jóvenes han accedido al sistema de pagos federales del Departamento del Tesoro y se han hecho con los expedientes de empleados en poder de la Agencia de Gestión de Personal.  Paralelamente, una jueza federal de Washington también ha frenado el intento de Musk y su equipo de acceder a los sistemas de pago del Departamento del Tesoro, informa Antònia Crespí Ferrer. Este jueves la jueza Colleen Kollar-Kotelly dictó una resolución que limita cautelarmente el acceso del DOGE al sistema de pagos del Tesoro. Musk había tenido acceso al sistema este fin de semana, hecho que hizo saltar todas las alarmas. A pesar de llamarse Departamento de Eficiencia Gubernamental, el DOGE no es un departamento real –en EEUU los ministerios se llaman Departamentos–, sino un grupo de trabajo, y no tiene ningún tipo de autoridad para acceder a este tipo de información. Esta es una de las razones por las que la jueza ha anunciado la medida cautelar. La unidad a la que había tenido acceso el DOGE era la Oficina del Servicio Fiscal, que distribuye billones en pagos cada año, incluidos los cheques de la Seguridad Social y los salarios federales. La preocupación era que Musk y su equipo ahora tenían acceso a una ingente cantidad de información financiera sobre un gran número de contribuyentes estadounidenses. Por ejemplo, Musk tenía acceso l número de la Seguridad Social de miles de ciudadanos, el cual se utiliza para hacer las declaraciones de impuestos, conseguir un empleo y recibir ayudas gubernamentales. Uno de los temores era que pudiera bloquear el pago de ayudas.  Según la jueza, Musk no podrá acceder a la información, pero sí que se han establecido excepciones para algunos de sus trabajadores. En calidad de “empleados públicos especiales”, estos tendrán la capacidad de leer o consultar datos solo si es en cumplimiento de sus obligaciones y sin poder bloquear pagos. Los trabajadores en cuestión son Tom Krause y Marko Elez. Krause es director ejecutivo de Cloud Software Group y Elez es un ingeniero que ha trabajado para SpaceX y la red X. Según el Washington Post, ahora mismo hay unos 20 empleados del DOGE en el Departamento de Educación, donde también han accedido a sistemas internos y reservados. El Wall Street Journal informó el miércoles de que también se habían metido en los Centros de Servicios de Medicare y de Medicaid [programas de salud del Gobierno federal], donde también accedieron a sistemas clave. The Guardian ha averiguado la identidad de los jóvenes ingenieros que trataban de acceder al mismo tipo de información en USAid. Uno de ellos es Gavin Kliger, un entusiasta de 25 años de las tecnológicas que defiende a Matt Gaetz (el candidato a fiscal general que no logró la confirmación del Senado) y lo presenta como una víctima del “Estado profundo”. Kliger también ha dicho que abandonó un salario de siete cifras para unirse a DOGE y “salvar a Estados Unidos”.  Luke Farritor, de 23 años, es otro. Exbecario de la empresa de ingeniería aeroespacial SpaceX (propiedad de Musk), recibió autorizaciones de alto nivel para acceder a los sistemas de USAid. También ha solicitado los permisos para los sistemas de Medicare y de Medicaid. Un tercero, Jeremy Lewin, es especialista en Inteligencia Artificial y aparentemente ha sido destinado a la Administración de Servicios Generales. Después de que le impidieran pasar a una zona reservada, un superior tenía previsto hacer presión sobre la CIA para que le concedan la autorización. Algunos empleados del Gobierno estadounidense llaman muskovitas a estos jóvenes ingenieros, por la agresividad de su lealtad hacia el propietario de SpaceX. En USAid, otros los llaman 'los incels', –hombres involuntariamente célibes–. Llamadas y amenazas The Guardian ha confirmado tres llamadas de

Feb 7, 2025 - 07:55
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Elon Musk pasa a la acción: así se infiltraron sus acólitos en la mayor agencia de cooperación del mundo

Elon Musk pasa a la acción: así se infiltraron sus acólitos en la mayor agencia de cooperación del mundo

La toma de control de la agencia USAid por miembros del DOGE se considera una prueba piloto para una revisión a gran escala del Gobierno federal de EEUU, según revela 'The Guardian' en exclusiva

CLAVES - Qué es USAID y por qué Trump quiere acabar con ella

Los empleados de seguridad de USAid estaban enfrentándose a los trabajadores del Departamento de Eficiencia Gubernamental que dirige Elon Musk (DOGE, por sus siglas en inglés). Trataban de impedirles el acceso a una sala de la Agencia de EEUU para el Desarrollo Internacional con información reservada y confidencial cuando llegó un mensaje directo de Musk: den a los chicos del DOGE lo que pidan.

Tras la investidura de Donald Trump en enero, un grupo de jóvenes ingenieros a las órdenes de Musk ha irrumpido en Washington DC obteniendo acceso a los sistemas informáticos del Gobierno. En palabras del senador por el Partido Demócrata Chuck Schumer, “un gobierno no electo y en la sombra que está desplegando una toma hostil del Gobierno federal”.

'Muskovitas'

Todos menores de 26 años y prácticamente sin experiencia en la Administración, los jóvenes han accedido al sistema de pagos federales del Departamento del Tesoro y se han hecho con los expedientes de empleados en poder de la Agencia de Gestión de Personal. 

Paralelamente, una jueza federal de Washington también ha frenado el intento de Musk y su equipo de acceder a los sistemas de pago del Departamento del Tesoro, informa Antònia Crespí Ferrer. Este jueves la jueza Colleen Kollar-Kotelly dictó una resolución que limita cautelarmente el acceso del DOGE al sistema de pagos del Tesoro. Musk había tenido acceso al sistema este fin de semana, hecho que hizo saltar todas las alarmas. A pesar de llamarse Departamento de Eficiencia Gubernamental, el DOGE no es un departamento real –en EEUU los ministerios se llaman Departamentos–, sino un grupo de trabajo, y no tiene ningún tipo de autoridad para acceder a este tipo de información. Esta es una de las razones por las que la jueza ha anunciado la medida cautelar.

La unidad a la que había tenido acceso el DOGE era la Oficina del Servicio Fiscal, que distribuye billones en pagos cada año, incluidos los cheques de la Seguridad Social y los salarios federales. La preocupación era que Musk y su equipo ahora tenían acceso a una ingente cantidad de información financiera sobre un gran número de contribuyentes estadounidenses. Por ejemplo, Musk tenía acceso l número de la Seguridad Social de miles de ciudadanos, el cual se utiliza para hacer las declaraciones de impuestos, conseguir un empleo y recibir ayudas gubernamentales. Uno de los temores era que pudiera bloquear el pago de ayudas. 

Según la jueza, Musk no podrá acceder a la información, pero sí que se han establecido excepciones para algunos de sus trabajadores. En calidad de “empleados públicos especiales”, estos tendrán la capacidad de leer o consultar datos solo si es en cumplimiento de sus obligaciones y sin poder bloquear pagos. Los trabajadores en cuestión son Tom Krause y Marko Elez. Krause es director ejecutivo de Cloud Software Group y Elez es un ingeniero que ha trabajado para SpaceX y la red X.

Según el Washington Post, ahora mismo hay unos 20 empleados del DOGE en el Departamento de Educación, donde también han accedido a sistemas internos y reservados. El Wall Street Journal informó el miércoles de que también se habían metido en los Centros de Servicios de Medicare y de Medicaid [programas de salud del Gobierno federal], donde también accedieron a sistemas clave.

The Guardian ha averiguado la identidad de los jóvenes ingenieros que trataban de acceder al mismo tipo de información en USAid. Uno de ellos es Gavin Kliger, un entusiasta de 25 años de las tecnológicas que defiende a Matt Gaetz (el candidato a fiscal general que no logró la confirmación del Senado) y lo presenta como una víctima del “Estado profundo”. Kliger también ha dicho que abandonó un salario de siete cifras para unirse a DOGE y “salvar a Estados Unidos”. 

Luke Farritor, de 23 años, es otro. Exbecario de la empresa de ingeniería aeroespacial SpaceX (propiedad de Musk), recibió autorizaciones de alto nivel para acceder a los sistemas de USAid. También ha solicitado los permisos para los sistemas de Medicare y de Medicaid. Un tercero, Jeremy Lewin, es especialista en Inteligencia Artificial y aparentemente ha sido destinado a la Administración de Servicios Generales. Después de que le impidieran pasar a una zona reservada, un superior tenía previsto hacer presión sobre la CIA para que le concedan la autorización.

Algunos empleados del Gobierno estadounidense llaman muskovitas a estos jóvenes ingenieros, por la agresividad de su lealtad hacia el propietario de SpaceX. En USAid, otros los llaman 'los incels', –hombres involuntariamente célibes–.

Llamadas y amenazas

The Guardian ha confirmado tres llamadas de Musk a la dirección política y los responsables de seguridad de USAid, exigiendo el cese de decenas de altos cargos de la agencia, engatusando y amenazando para que sus acólitos recibieran la información confidencial y el acceso a las zonas restringidas. En un momento dado, Musk llegó a amenazar con llamar al Servicio de Marshals de EEUU [policía federal].

Un empleado de USAid explica que las llamadas telefónicas (dos de ellas no se conocían hasta ahora) demostraban la manera en que Musk usurpó el poder en la agencia, quitándoselo incluso a los responsables políticos de la Administración Trump. “¿Quién tiene el control de nuestro Gobierno?”, pregunta esta persona. “Ha aparecido [DOGE] y básicamente se ha hecho cargo”.

Una prueba piloto

En el Proyecto 2025 de la Fundación Heritage, USAid se presentaba como una prueba piloto para un rediseño a gran escala del Gobierno federal donde las agencias reducirían su tamaño y los empleados federales pasarían a un régimen laboral más laxo que facilitaría su despido.

“Si la Administración Trump tiene éxito aquí, lo van a intentar en todas partes”, dice Andy Kim, senador del Partido Demócrata por Nueva Jersey y exempleado de USAid. “Esto es solo el principio”, añadía Kim el lunes frente a la sede de la agencia, donde acudió para protestar junto a los trabajadores despedidos y suspendidos.

Lo ocurrido también es un manual sobre la forma en que los operativos del DOGE se infiltran en las agencias federales intimidando y engatusando para acceder a los sistemas más confidenciales. 

Caos y tensión

Este relato de la infiltración del DOGE en USAid se ha hecho a partir de más de una decena de entrevistas a personas que tienen información sobre lo ocurrido en esta semana debido a su trabajo, actual o pasado, en USAid, en el Departamento de Estado, o en otros departamentos del Gobierno federal.

En un primer momento, la falta de autorizaciones formales permitió que el personal de seguridad rechazara los intentos de los ingenieros de entrar en las salas reservadas, denominadas instalaciones de información confidencial compartimentada [o salas scif, por sus siglas en inglés]. Pero esa noche, Musk telefoneó a un alto cargo de USAid para exigir permiso para sus subordinados. Fue la primera de las muchas llamadas a funcionarios de USAid, y a los empleados del DOGE en la agencia, que se sucedieron a lo largo de la semana.

Dentro del edificio reinaba el caos. De repente se flexibilizaron los protocolos de seguridad para permitir que personas ajenas y sin acreditación accedieran a zonas restringidas donde antes se impedía el ingreso de aparatos electrónicos como teléfonos y relojes. Peter Marocco, el nuevo y polémico director de Ayuda Exterior en el Departamento de Estado, acechaba los pasillos y se reunía en privado con los empleados del DOGE. Se dice que los empleados del DOGE ocultan su identidad para evitar que los acosen por Internet, una táctica que se ha repetido en otras agencias. 

La situación empeoró el viernes. Tras una tensa reunión en la sala de conferencias de la sexta planta con empleados, autoridades, y gente de fuera, los jóvenes ingenieros se fueron corriendo a las oficinas con sus portátiles, enchufando cables a ordenadores y aparatos electrónicos para recopilar la información de la agencia.

Manifestantes se concentran frente a la sede de USAID en Washington para protestar por los recortes y ataques de Donald Trump.

Matt Hopson, el jefe de personal nombrado por Trump para la USAid, presentó su dimisión de manera abrupta tras la reunión; Jason Gray, el administrador en funciones, fue destituido; y Marco Rubio, el secretario de Estado, no tardó en anunciar que él era el nuevo administrador de USAid y que Marocco sería su adjunto. Musk se estaba acercando a su objetivo.

Los empleados del DOGE podían entrar libremente a las salas de toda la sexta planta, incluidos los despachos en las dependencias del administrador general, pero seguían sin poder entrar en las salas scif.

Aunque USAid tenía un equipo de dirección formalmente al mando, el poder real estaba en Marocco y en DOGE, donde se tramaba cómo liquidar a la agencia. Trump respaldó el plan en la tarde del martes, cuando confirmó que contaban con el apoyo de la Casa Blanca. Esa noche USAid anunció que ponía en baja administrativa al personal contratado directamente en todo el mundo, una decisión que afecta a miles de empleados y a sus familiares.

Dentro de USAid, Marocco y cuatro ingenieros de poco más de 20 años estaban poniendo fin a una operativa que llevaba décadas en funcionamiento, asistidos por la cúpula del DOGE mediante comunicación telefónica.

“En estos momentos, todo se gestiona a través del DOGE”, dice un funcionario de USAid. Los ingenieros del DOGE en la sede de la agencia seguían recibiendo llamadas de Musk y de Marocco el lunes, añade. “En el edificio están desactivando el sistema para los empleados de USAid, han mantenido a un número reducido de personas en las diferentes oficinas para decidir qué programas se mantendrán y cuáles no, para decidir cuál va a ser la huella”.

En la tarde del sábado la tensión en la sede de USAid llegó a su punto álgido, cuando los empleados del DOGE exigieron acceder a la sala scif de la sexta planta y fueron detenidos por el máximo responsable de seguridad, John Voorhees.

Imagen de archivo de Elon Musk.

Según una persona que trabaja para USAid y según un exempleado de la agencia, entre los presentes figuraba Steve Davis. Adjunto de Musk, Davis lleva más de 20 años trabajando para el multimillonario en SpaceX y en The Boring Company. Al parecer, llegó a dormir en las oficinas de Twitter para ayudar en el recorte de costes tras la adquisición de la red social por parte de Musk.

La discusión sobre el acceso a la sala scif subió de tono y varios altos cargos del DOGE amenazaron con llamar al Servicio de Marshals para que los ayudaran a entrar. De acuerdo con un testimonio recogido por The Guardian, en ese enfrentamiento volvieron a telefonear a Musk, quien repitió la amenaza de involucrar a los marshals.

Poco después Voorhees fue puesto en situación de baja administrativa y los empleados del DOGE pudieron entrar a la sala scif. Allí se hicieron con el sistema que regula el control de acceso y con los registros de los empleados. La web de USAid se cayó en cuestión de horas, con cientos de empleados quedándose fuera del sistema durante el fin de semana, y muchos sin saber aún cuál es su situación. The Guardian ha visto correos electrónicos en los que los administradores de USAid reconocen desconocer la situación laboral de los empleados actuales de la agencia.

“Me han dado de baja, supongo”, dice una contratista con 15 años de experiencia en la oficina de asistencia humanitaria, donde ha ayudado a coordinar la respuesta de urgencia para Ucrania, Gaza, Somalia y países de América Latina. “No sé cuál es mi situación, pero no creo que esté trabajando aquí en este momento”. A las 12:42 de la mañana del lunes, Kliger envió un correo electrónico a todo el personal para decir que no se molestaran en entrar al edificio ese día.

Cultura del miedo

El incidente ilustra la manera en que los empleados del DOGE, respaldados por Musk, han pasado por encima de los directores de USAid y se han saltado los procedimientos gubernamentales para acceder a zonas restringidas con material clasificado, alimentando las críticas de que la oficina de Musk representa un riesgo para la seguridad nacional.

“¿Permitió el secretario Rubio que los empleados de Musk tuvieran esta clase de acceso?”, se pregunta el senador Kim. “Me preocupa por USAID, pero también porque si está ocurriendo aquí, probablemente esté ocurriendo en todas esas otras agencias de seguridad nacional”.

Rubio ha delegado la responsabilidad formal en Marocco, que ha recibido presiones del personal del Congreso para que detalle los cambios que afectan a USAid y a los 40.000 millones de dólares en ayuda exterior que cada año gestiona la agencia. Como dice a The Guardian el senador del Partido Demócrata Brian Schatz, “la pregunta en cuestión es '¿quién está al mando del Departamento de Estado?”.“Hasta ahora, la respuesta es Pete Marocco”, añadió.

El DOGE no ha respondido a preguntas sobre las autorizaciones de seguridad de los ingenieros, si es que tenían alguna. “No se accedió a ningún material clasificado sin las autorizaciones de seguridad adecuadas”, escribió en las redes sociales Katie Miller, portavoz del DOGE.

Pero las salas scif se rigen por un protocolo estricto y no está claro quién verificó las credenciales de los empleados del DOGE y si se presentó la documentación necesaria para abrirles el paso.

Dentro del edificio, los empleados han hablado de una cultura del miedo cultivada por parte del DOGE. “Es una versión extrema de '¿en quién confías, cuándo y cómo?'”, dice Kristina Drye, redactora de discursos en la agencia. Drye asegura haber visto a decenas de colegas de alto rango siendo escoltados por empleados de seguridad hasta la calle. m“Era como esas historias de la Unión Soviética en las que un día alguien está a tu lado; y al día siguiente, ya no”.

La gente empezó a encontrarse para tomar café a pocas manzanas de distancia, explica. “En las cafeterías de aquí no se sentían seguros, ni siquiera para hablar de lo que está pasando”.

“Una mañana estaba en el ascensor, a mi lado había una señora mayor con gafas y pude ver cómo las lágrimas se le caían por debajo”, cuenta Drye. “Antes de salir del ascensor se quitó las gafas, y se limpió los ojos; si te ven llorar, ya saben cuál es tu posición”.

Traducción de Francisco de Zárate.

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