Escondida de su agresor y sin dispositivo de detección por si se acerca: "La jueza dice que no funciona bien"

Su maltratador ha quebrantado tres veces la orden de alejamiento interpuesta contra él y sigue teniendo la custodia compartida con la hija que tienen en común, un bebé de 16 mesesUn hombre mata a su exsuegra en Torreagüera, Murcia, cuando ella trataba de proteger a su hija “No salgo por lo que me pueda pasar. Voy de casa al trabajo y del trabajo a casa”, describe Clara (nombre ficticio). Víctima de violencia machista, lleva meses enclaustrada en su vivienda. Su maltratador ha quebrantado tres veces la orden de alejamiento interpuesta contra él y sigue teniendo la custodia compartida con la hija que tienen en común, un bebé de 16 meses. La madre de Clara, Consuelo (también nombre ficticio), la está acompañando en todo este proceso: “No tiene protección, así que yo tengo que ser su policía, su guardiana, su custodia”, lamenta. “No puede salir a ningún sitio, si quiere ir al supermercado me tiene que llamar para que la acompañe”, abunda. “Estás loca, puta loca, desquiciada” son algunas de las cosas que le profería su agresor durante la relación. La sentencia por malos tratos detalla como en noviembre de 2022 su maltratador “con ánimo de menoscabar su integridad física, le propinó un fuefte tirón de la coleta del pelo”. Consuelo define la situación de su hija durante la relación con su agresor como “muy dura, muy complicada” define Consuelo. Clara y Consuelo insisten en que pese a que están siguiendo los pasos adecuados, el sistema no las protege: “¿Tengo que esperar que me mate a mí, mi hija o mi nieta?”, exclama Consuelo, desesperada. Desde que Clara denunció por primera vez por violencia machista el 27 de diciembre de 2023 hasta la última vista por quebrantamiento de condena que tuvo lugar el pasado miércoles, se ha visto sola y abandonada por el sistema. “La orden de alejamiento es una tontería” Algo de lo que el agresor es muy consciente, “lo de la orden de alejamiento es una tontería en la que nadie se va a fijar”, le llega a decir a Clara por mensaje. Madre e hija describen cómo durante este tiempo él las ha amenazado por Whatsapp o en persona, haciendo el gesto de rajar el cuello. Tras la primera denuncia, al agresor de Clara lo condena el juzgado de lo Penal nº 3 de Cartagena a 45 días de trabajos de beneficio a la comunidad, 18 meses de privación del derecho a la tenencia y porte de armas y 18 meses de orden de comunicación y alejamiento a 300 metros. Pero la sentencia contra el maltratador de Clara no se hace firme hasta cuatro meses y medio después, el 14 de mayo de 2024, cuando la Audiencia Provincial de Murcia ratifica la sentencia de malos tratos. Durante ese tiempo, Clara no recibe las irrisorias medidas de protección que le concedía la sentencia. Hasta nuestros días, el agresor se ha saltado la orden de alejamiento tres veces, explica la víctima. La primera vez fue en noviembre, y terminó en absolución: la jueza argumentó que la versión de víctima y agresor no coincidían, y que no se podía comprobar la distancia real entre ambos: “Solo hay que abrir un navegador, se puede comprobar cómo, claramente, hay 110 metros de distancia”, denuncia Clara. Después de que la justicia le diera la razón a su agresor, el individuo vuelve a quebrantar la orden poco más de un mes después. Finalmente, dan la razón a Clara y condenan a su maltratador por quebratamiento de condena a cuatro meses de prisión y dos años de libertad condicional: “El acusado, a pesar de tener pleno conocimiento de la pena anteriormente meritada y de las consecuencias de su incumplimiento (...) mantuvo una conversación vía WhatsApp con la perjudicada”. Consuelo recuerda los mensajes que le mandó el agresor a su hija: “Le dijo que me odiaba y me echaba la culpa a mí de todo lo que había pasado”. Dos días después, vuelve a quebrantar la orden. Esta vez, Clara cuenta cómo su maltratador acude a la escuela infantil de su hija cuando a él no le tocaba: “Me estuvo aporreando el cristal, insultándome”. “¿Con qué intención va al colegio? No la sabemos. Se presenta él y su hermana justo a la hora en la que mi hija va a recoger a la niña”, plantea Consuelo Sin dispositivos de seguimiento porque “no funcionan” Ahora, con un riesgo catalogado como medio, la protección de que goza por parte de las autoridades es una llamada al mes: “El mes pasado me llamaron una vez, este mes, otra. ¿Cómo comprueban que estoy bien?”, se pregunta Clara. “Me mudé a Murcia unos meses. Cuando estuve allí me llamaban desde la Policía Nacional con mucha más frecuencia. Estamos en la Región de Murcia, no debería sentirme más o menos protegida en función de dónde estoy”, reprocha. Clara tampoco cuenta con dispositivo cometa que le alerte de que su agresor se acerca: “He solicitado el cometa dos veces, pero la jueza dice que no me lo pone porque no funciona bien”, detalla. La justicia parece olvidarse del bebé de

Feb 7, 2025 - 13:18
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Escondida de su agresor y sin dispositivo de detección por si se acerca: "La jueza dice que no funciona bien"

Escondida de su agresor y sin dispositivo de detección por si se acerca: "La jueza dice que no funciona bien"

Su maltratador ha quebrantado tres veces la orden de alejamiento interpuesta contra él y sigue teniendo la custodia compartida con la hija que tienen en común, un bebé de 16 meses

Un hombre mata a su exsuegra en Torreagüera, Murcia, cuando ella trataba de proteger a su hija

“No salgo por lo que me pueda pasar. Voy de casa al trabajo y del trabajo a casa”, describe Clara (nombre ficticio). Víctima de violencia machista, lleva meses enclaustrada en su vivienda. Su maltratador ha quebrantado tres veces la orden de alejamiento interpuesta contra él y sigue teniendo la custodia compartida con la hija que tienen en común, un bebé de 16 meses.

La madre de Clara, Consuelo (también nombre ficticio), la está acompañando en todo este proceso: “No tiene protección, así que yo tengo que ser su policía, su guardiana, su custodia”, lamenta. “No puede salir a ningún sitio, si quiere ir al supermercado me tiene que llamar para que la acompañe”, abunda.

“Estás loca, puta loca, desquiciada” son algunas de las cosas que le profería su agresor durante la relación. La sentencia por malos tratos detalla como en noviembre de 2022 su maltratador “con ánimo de menoscabar su integridad física, le propinó un fuefte tirón de la coleta del pelo”. Consuelo define la situación de su hija durante la relación con su agresor como “muy dura, muy complicada” define Consuelo.

Clara y Consuelo insisten en que pese a que están siguiendo los pasos adecuados, el sistema no las protege: “¿Tengo que esperar que me mate a mí, mi hija o mi nieta?”, exclama Consuelo, desesperada. Desde que Clara denunció por primera vez por violencia machista el 27 de diciembre de 2023 hasta la última vista por quebrantamiento de condena que tuvo lugar el pasado miércoles, se ha visto sola y abandonada por el sistema.

“La orden de alejamiento es una tontería”

Algo de lo que el agresor es muy consciente, “lo de la orden de alejamiento es una tontería en la que nadie se va a fijar”, le llega a decir a Clara por mensaje. Madre e hija describen cómo durante este tiempo él las ha amenazado por Whatsapp o en persona, haciendo el gesto de rajar el cuello.

Tras la primera denuncia, al agresor de Clara lo condena el juzgado de lo Penal nº 3 de Cartagena a 45 días de trabajos de beneficio a la comunidad, 18 meses de privación del derecho a la tenencia y porte de armas y 18 meses de orden de comunicación y alejamiento a 300 metros. Pero la sentencia contra el maltratador de Clara no se hace firme hasta cuatro meses y medio después, el 14 de mayo de 2024, cuando la Audiencia Provincial de Murcia ratifica la sentencia de malos tratos. Durante ese tiempo, Clara no recibe las irrisorias medidas de protección que le concedía la sentencia.

Hasta nuestros días, el agresor se ha saltado la orden de alejamiento tres veces, explica la víctima. La primera vez fue en noviembre, y terminó en absolución: la jueza argumentó que la versión de víctima y agresor no coincidían, y que no se podía comprobar la distancia real entre ambos: “Solo hay que abrir un navegador, se puede comprobar cómo, claramente, hay 110 metros de distancia”, denuncia Clara.

Después de que la justicia le diera la razón a su agresor, el individuo vuelve a quebrantar la orden poco más de un mes después. Finalmente, dan la razón a Clara y condenan a su maltratador por quebratamiento de condena a cuatro meses de prisión y dos años de libertad condicional: “El acusado, a pesar de tener pleno conocimiento de la pena anteriormente meritada y de las consecuencias de su incumplimiento (...) mantuvo una conversación vía WhatsApp con la perjudicada”. Consuelo recuerda los mensajes que le mandó el agresor a su hija: “Le dijo que me odiaba y me echaba la culpa a mí de todo lo que había pasado”.

Dos días después, vuelve a quebrantar la orden. Esta vez, Clara cuenta cómo su maltratador acude a la escuela infantil de su hija cuando a él no le tocaba: “Me estuvo aporreando el cristal, insultándome”.

“¿Con qué intención va al colegio? No la sabemos. Se presenta él y su hermana justo a la hora en la que mi hija va a recoger a la niña”, plantea Consuelo

Sin dispositivos de seguimiento porque “no funcionan”

Ahora, con un riesgo catalogado como medio, la protección de que goza por parte de las autoridades es una llamada al mes: “El mes pasado me llamaron una vez, este mes, otra. ¿Cómo comprueban que estoy bien?”, se pregunta Clara. “Me mudé a Murcia unos meses. Cuando estuve allí me llamaban desde la Policía Nacional con mucha más frecuencia. Estamos en la Región de Murcia, no debería sentirme más o menos protegida en función de dónde estoy”, reprocha.

Clara tampoco cuenta con dispositivo cometa que le alerte de que su agresor se acerca: “He solicitado el cometa dos veces, pero la jueza dice que no me lo pone porque no funciona bien”, detalla.

La justicia parece olvidarse del bebé de ambos al interponer una custodia compartida pese a haber una sentencia de malos tratos: “No entendemos que se hubiese ratificado un convenio [de custodia compartida] cuando estaba vigente una orden de alejamiento. ¿Qué protección tiene mi hija?”, lamenta Clara. “Este hombre se puede llevar a la niña con una orden de alejamiento de 18 meses. Y es difícil que concedan este tipo de órdenes de protección, no se regalan”, denuncia Consuelo.

Feminicidio en Torreagüera

Hace dos semanas un hombre mató a su exsuegra de un disparo en Torreagüera. La mujer se interpuso en la trayectoria del disparo que el agresor dirigía a su exnovia, hija de la víctima, de la que tenía una orden judicial de alejamiento. Como Ana, la hija de la víctima no tenía dispositivo cometa, ya que se había evaluado que el riesgo que corría era bajo.

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