La penúltima provocación de Trump

Que no exista un plan y que su atisbo de idea nunca vaya a suceder no significa que las palabras vacías de Trump no sean dañinas para las posibilidades de algo parecido a un acuerdo de pazLa ONU advierte a Trump sobre sus planes para Gaza: “Toda deportación desde territorio ocupado está prohibida” Unas pocas horas después de que Trump leyera un papel con Benjamin Netanyahu al lado para decir que Estados Unidos estaba dispuesto a “tomar el control” de Gaza, su ministro de Exteriores y casi cualquier miembro de su equipo se apresuraban a aclarar que no había ningún plan para que eso sucediera. Estados Unidos no mandará tropas ni fondos y tampoco tiene ningún esbozo de idea para hacer algo así. El supuesto plan, según confirmaron varias fuentes al New York Times y a otros medios, no se ha discutido en ninguna reunión ni ha llegado a ninguno de los departamentos relevantes, como el de Defensa. La crónica del Times de este miércoles intentando entender qué significan las palabras del presidente de Estados Unidos es una constatación detrás de otra del vacío: “Había poco más allá de una idea dentro de la cabeza del presidente”; “en las horas después del anuncio, altos cargos de la Administración estaban notablemente faltos de respuestas sustanciales. La razón de sus evasivas pronto quedó clara: no había detalles reales”; varios altos cargos que hablaron con el Times “todavía estaban intentando entender la génesis de la idea, y la consideraban rocambolesca incluso para Trump”; “varios asesores de Trump dijeron que esperaban que la idea del control de Gaza se desvaneciera calladamente mientras le quedaba claro a Trump que era inviable. Y eso ya parecía estar sucediendo el miércoles por la tarde”. Que no exista un plan y que su atisbo de idea nunca vaya a suceder no significa que las palabras vacías de Trump no sean dañinas para las posibilidades de algo parecido a un acuerdo de paz, sobre todo en plenas y frágiles negociaciones para un alto el fuego más duradero. Sus comentarios sólo añaden confusión y ansiedad a un conflicto siempre al borde de la violencia más atroz. Y consolidan la idea de que ahora Estados Unidos no es fiable ni siquiera para sus aliados.    Lo que estamos viendo en las primeras semanas del segundo mandato de Trump se parece al caos del comienzo del primero pese al mantra repetido por analistas y miembros de su equipo de que esta vez llega más preparado para gobernar. Las ocurrencias son algo más radicales que las que vivimos en Estados Unidos quienes tratábamos de informar a duras penas sobre sus anuncios en enero y febrero de 2017, pero su ejecución es igual de errática y, en muchos casos, improbable incluso aunque ya no tenga los frenos de entonces.  Y, una vez más, Trump se comporta como si tuviera un apoyo abrumador y un mandato para poner patas arriba todo lo que pueda después de una de las victorias más estrechas en décadas.  Trump apenas ganó por el 1,5% del voto popular a Kamala Harris, es decir el margen más pequeño para una victoria desde las elecciones presidenciales de 1968, que ganó también por la mínima Richard Nixon. Esto sin contar que desde entonces, dos presidentes republicanos -Trump en 2016 y George W. Bush en 2000- perdieron el voto popular, pero ganaron la presidencia gracias a la distribución de votos en los estados clave que dan la victoria según el sistema electoral de Estados Unidos. Trump también ha empezado ahora su mandato con un nivel de aprobación históricamente bajo del 47% (la única nota peor es la suya en 2017), según los datos de Gallup desde 1953.  El nivel de oposición es históricamente alto en parte por la fractura creciente del país en los últimos años, pero hace cuatro años Biden arrancó con más apoyo popular después de una victoria por un margen de cuatro puntos y medio (también superior a la de Trump y la segunda mayor de este siglo, después de la de Obama en 2008, que fue por más de siete puntos). Y esto no es del todo irrelevante.  En 2017, la oposición popular contribuyó a parar algunas de las ocurrencias de Trump y la antigua estrella de televisión ha dado muestras de obsesión con su nivel de popularidad. Lo que le importe ahora está por ver. 

Feb 7, 2025 - 07:55
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La penúltima provocación de Trump

La penúltima provocación de Trump

Que no exista un plan y que su atisbo de idea nunca vaya a suceder no significa que las palabras vacías de Trump no sean dañinas para las posibilidades de algo parecido a un acuerdo de paz

La ONU advierte a Trump sobre sus planes para Gaza: “Toda deportación desde territorio ocupado está prohibida”

Unas pocas horas después de que Trump leyera un papel con Benjamin Netanyahu al lado para decir que Estados Unidos estaba dispuesto a “tomar el control” de Gaza, su ministro de Exteriores y casi cualquier miembro de su equipo se apresuraban a aclarar que no había ningún plan para que eso sucediera. Estados Unidos no mandará tropas ni fondos y tampoco tiene ningún esbozo de idea para hacer algo así. El supuesto plan, según confirmaron varias fuentes al New York Times y a otros medios, no se ha discutido en ninguna reunión ni ha llegado a ninguno de los departamentos relevantes, como el de Defensa.

La crónica del Times de este miércoles intentando entender qué significan las palabras del presidente de Estados Unidos es una constatación detrás de otra del vacío: “Había poco más allá de una idea dentro de la cabeza del presidente”; “en las horas después del anuncio, altos cargos de la Administración estaban notablemente faltos de respuestas sustanciales. La razón de sus evasivas pronto quedó clara: no había detalles reales”; varios altos cargos que hablaron con el Times “todavía estaban intentando entender la génesis de la idea, y la consideraban rocambolesca incluso para Trump”; “varios asesores de Trump dijeron que esperaban que la idea del control de Gaza se desvaneciera calladamente mientras le quedaba claro a Trump que era inviable. Y eso ya parecía estar sucediendo el miércoles por la tarde”.

Que no exista un plan y que su atisbo de idea nunca vaya a suceder no significa que las palabras vacías de Trump no sean dañinas para las posibilidades de algo parecido a un acuerdo de paz, sobre todo en plenas y frágiles negociaciones para un alto el fuego más duradero. Sus comentarios sólo añaden confusión y ansiedad a un conflicto siempre al borde de la violencia más atroz. Y consolidan la idea de que ahora Estados Unidos no es fiable ni siquiera para sus aliados.   

Lo que estamos viendo en las primeras semanas del segundo mandato de Trump se parece al caos del comienzo del primero pese al mantra repetido por analistas y miembros de su equipo de que esta vez llega más preparado para gobernar. Las ocurrencias son algo más radicales que las que vivimos en Estados Unidos quienes tratábamos de informar a duras penas sobre sus anuncios en enero y febrero de 2017, pero su ejecución es igual de errática y, en muchos casos, improbable incluso aunque ya no tenga los frenos de entonces

Y, una vez más, Trump se comporta como si tuviera un apoyo abrumador y un mandato para poner patas arriba todo lo que pueda después de una de las victorias más estrechas en décadas. 

Trump apenas ganó por el 1,5% del voto popular a Kamala Harris, es decir el margen más pequeño para una victoria desde las elecciones presidenciales de 1968, que ganó también por la mínima Richard Nixon. Esto sin contar que desde entonces, dos presidentes republicanos -Trump en 2016 y George W. Bush en 2000- perdieron el voto popular, pero ganaron la presidencia gracias a la distribución de votos en los estados clave que dan la victoria según el sistema electoral de Estados Unidos. Trump también ha empezado ahora su mandato con un nivel de aprobación históricamente bajo del 47% (la única nota peor es la suya en 2017), según los datos de Gallup desde 1953

El nivel de oposición es históricamente alto en parte por la fractura creciente del país en los últimos años, pero hace cuatro años Biden arrancó con más apoyo popular después de una victoria por un margen de cuatro puntos y medio (también superior a la de Trump y la segunda mayor de este siglo, después de la de Obama en 2008, que fue por más de siete puntos). Y esto no es del todo irrelevante. 

En 2017, la oposición popular contribuyó a parar algunas de las ocurrencias de Trump y la antigua estrella de televisión ha dado muestras de obsesión con su nivel de popularidad. Lo que le importe ahora está por ver. 

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