Manual de instrucciones para identificar un golpe de Estado
El pensador estaodunidense Timothy Snyder ha descrito lo que está ocurriendo como “un golpe de Estado”. Yo estoy de acuerdo. Súmale las redadas de migrantes, las deportaciones al campo de concentración de Guantánamo y los planes para la limpieza étnica en la franja de GazaTimothy Snyder: “Si los americanos no se dan cuenta en tres meses de la amenaza a nuestra democracia, estaremos perdidos” Paso 1. No busques batallones ni militares recorriendo las calles con el fusil cargado. No esperes escuchar un helicóptero sobrevolando el parlamento ni ver tanques en la puerta de la sede de la televisión y la radio públicas. Identifica los centros de poder y riqueza actuales: ya no son físicos sino virtuales. No olerás a pólvora. Paso 2. No pienses en detenciones materiales. No deduzcas que verás pañuelos o mordazas cerrando bocas, esposas encadenando muñecas, grilletes atando pies. Imagina cómo acallarías voces incómodas de periodistas u opositores en el mundo virtual. Observa ese algoritmo que sólo tiene que sepultarlas en la insignificancia, para que no interrumpan el agradable paseo triunfal de la victoria, algo parecido a la voz ubicua del Gran Hermano de Orwell, pero deslizándose por la palma de tu mano en un scroll infinito. Paso 3. No conjetures con posibles altercados violentos a la entrada de las oficinas de la administración federal de Estados Unidos. Allí se encuentran los ordenadores que albergan millones de petabytes de datos, cantidades inimaginables de información fiscal, económica, social, personal, sanitaria, sobre todos y cada uno de los 330 millones de estadounidenses. Pero no veas agentes armados impidiendo el paso a desaforados golpistas. Piensa en un funcionario del Tesoro que ha desayunado con sus hijos esa mañana y que ahora se aparta, caminando de puntillas hacia atrás, cuando ve entrar con paso decidido a un grupo de hombres jóvenes bajo las órdenes de Elon Musk. Paso 4. Ahora imagina a esos hombres jóvenes asaltando esos ordenadores federales para acceder a todos los datos que contienen. Pero recuerda que no llevan botas negras ni pasamontañas ni fusil. Más bien visualízalos en vaqueros y con una camiseta cuya leyenda dice “Occupy Mars”. Imagina que disponen de un poder omnímodo para acceder a toda la información que todo ciudadano consideraba hasta ahora más o menos protegida. ¿Recuerdas aquello de “los datos son el petróleo del siglo XXI”? Pues de ese petróleo hablamos. Lo están extrayendo a marchas forzadas estos comandos de hombres jóvenes que no llevan por arma ni un pen drive. A su jefe Elon Musk, nadie lo ha votado y no ocupa ningún cargo formal dentro del Gobierno ni en el organigrama de la administración, por lo que resulta imposible saber cuáles son sus atribuciones y qué límites legales tiene; quién controla sus conflictos de interés y cómo rinde cuentas de sus decisiones ante el poder legislativo, es decir la ciudadanía. Paso 5. Gracias al ‘petróleo’ virtual, piensa en todo lo que aprenderá este hombre sobre 330 millones de almas: sus secretos inconfesables, sus problemas económicos, sus deudas con el Tesoro o con otras entidades, sus cuitas matrimoniales. El más ínfimo detalle puede convertir a cualquiera de los 330 millones en víctimas de un chantaje, pero sobre todo a quienes tengan una voz con la que protestar: profesores, escritoras, artistas, abogadas, miembros del Congreso, en fin, imagina esa larga lista de gente que está en contra de lo que está haciendo Donald Trump. Recuerda, ahora, que el derecho a la libertad de expresión se consagró para proteger a gente sin poder de la gente poderosa. No al revés. Nunca fue al revés: nunca se pensó en que la libertad de hablar que estuviera amenazada fuera la de quienes ostentan el poder. Paso 6. Mira cómo este hombre está tomando decisiones sobre recortes de gasto que contravienen pagos aprobados en leyes del Congreso de los Estados Unidos. Si se vacía el contenido de las leyes, se desactiva de facto el voto de los ciudadanos y el nombre del régimen de gobierno deja de ser “democracia”. El pensador estadounidense Timothy Snyder ha descrito lo que está ocurriendo como “un golpe de Estado”. Yo estoy de acuerdo. Súmale las redadas de migrantes, las deportaciones al campo de concentración de Guantánamo y los planes para la limpieza étnica en la franja de Gaza. Esas medidas y muchas más, disparadas como fuego graneado para que a los ciudadanos no les dé tiempo ni a comprender qué está ocurriendo. Vuelve a mirar, ¿lo ves ahora?
El pensador estaodunidense Timothy Snyder ha descrito lo que está ocurriendo como “un golpe de Estado”. Yo estoy de acuerdo. Súmale las redadas de migrantes, las deportaciones al campo de concentración de Guantánamo y los planes para la limpieza étnica en la franja de Gaza
Timothy Snyder: “Si los americanos no se dan cuenta en tres meses de la amenaza a nuestra democracia, estaremos perdidos”
Paso 1. No busques batallones ni militares recorriendo las calles con el fusil cargado. No esperes escuchar un helicóptero sobrevolando el parlamento ni ver tanques en la puerta de la sede de la televisión y la radio públicas. Identifica los centros de poder y riqueza actuales: ya no son físicos sino virtuales. No olerás a pólvora.
Paso 2. No pienses en detenciones materiales. No deduzcas que verás pañuelos o mordazas cerrando bocas, esposas encadenando muñecas, grilletes atando pies. Imagina cómo acallarías voces incómodas de periodistas u opositores en el mundo virtual. Observa ese algoritmo que sólo tiene que sepultarlas en la insignificancia, para que no interrumpan el agradable paseo triunfal de la victoria, algo parecido a la voz ubicua del Gran Hermano de Orwell, pero deslizándose por la palma de tu mano en un scroll infinito.
Paso 3. No conjetures con posibles altercados violentos a la entrada de las oficinas de la administración federal de Estados Unidos. Allí se encuentran los ordenadores que albergan millones de petabytes de datos, cantidades inimaginables de información fiscal, económica, social, personal, sanitaria, sobre todos y cada uno de los 330 millones de estadounidenses. Pero no veas agentes armados impidiendo el paso a desaforados golpistas. Piensa en un funcionario del Tesoro que ha desayunado con sus hijos esa mañana y que ahora se aparta, caminando de puntillas hacia atrás, cuando ve entrar con paso decidido a un grupo de hombres jóvenes bajo las órdenes de Elon Musk.
Paso 4. Ahora imagina a esos hombres jóvenes asaltando esos ordenadores federales para acceder a todos los datos que contienen. Pero recuerda que no llevan botas negras ni pasamontañas ni fusil. Más bien visualízalos en vaqueros y con una camiseta cuya leyenda dice “Occupy Mars”. Imagina que disponen de un poder omnímodo para acceder a toda la información que todo ciudadano consideraba hasta ahora más o menos protegida. ¿Recuerdas aquello de “los datos son el petróleo del siglo XXI”? Pues de ese petróleo hablamos. Lo están extrayendo a marchas forzadas estos comandos de hombres jóvenes que no llevan por arma ni un pen drive. A su jefe Elon Musk, nadie lo ha votado y no ocupa ningún cargo formal dentro del Gobierno ni en el organigrama de la administración, por lo que resulta imposible saber cuáles son sus atribuciones y qué límites legales tiene; quién controla sus conflictos de interés y cómo rinde cuentas de sus decisiones ante el poder legislativo, es decir la ciudadanía.
Paso 5. Gracias al ‘petróleo’ virtual, piensa en todo lo que aprenderá este hombre sobre 330 millones de almas: sus secretos inconfesables, sus problemas económicos, sus deudas con el Tesoro o con otras entidades, sus cuitas matrimoniales. El más ínfimo detalle puede convertir a cualquiera de los 330 millones en víctimas de un chantaje, pero sobre todo a quienes tengan una voz con la que protestar: profesores, escritoras, artistas, abogadas, miembros del Congreso, en fin, imagina esa larga lista de gente que está en contra de lo que está haciendo Donald Trump. Recuerda, ahora, que el derecho a la libertad de expresión se consagró para proteger a gente sin poder de la gente poderosa. No al revés. Nunca fue al revés: nunca se pensó en que la libertad de hablar que estuviera amenazada fuera la de quienes ostentan el poder.
Paso 6. Mira cómo este hombre está tomando decisiones sobre recortes de gasto que contravienen pagos aprobados en leyes del Congreso de los Estados Unidos. Si se vacía el contenido de las leyes, se desactiva de facto el voto de los ciudadanos y el nombre del régimen de gobierno deja de ser “democracia”. El pensador estadounidense Timothy Snyder ha descrito lo que está ocurriendo como “un golpe de Estado”. Yo estoy de acuerdo. Súmale las redadas de migrantes, las deportaciones al campo de concentración de Guantánamo y los planes para la limpieza étnica en la franja de Gaza. Esas medidas y muchas más, disparadas como fuego graneado para que a los ciudadanos no les dé tiempo ni a comprender qué está ocurriendo.
Vuelve a mirar, ¿lo ves ahora?