Demoledor comunicado del Atlético Villalonga, equipo de fútbol femenino, denunciando su precaria situación laboral
Las futbolistas del Atlético Villalonga Fútbol Femenino , club de Segunda RFEF gestionado por el Pontevedra CF, han denunciado a través de un comunicado de la Asociación de Futbolistas Españoles ( AFE ) la precaria situación laboral que sufren a diario en el club gallego, una situación que arrastran desde finales de julio del pasado año, cuando comenzaron la pretemporada. En el comunicado, la plantilla del Atlético Villalonga, que se siente engañada por su club, denuncia, entre otras cuestiones, impagos, irregularidades en el horario laboral entre lo reflejado en los contratos y su cotización y trato discriminatorio entre las jugadoras, acusando al club de no facilitar las herramientas adecuadas para competir al máximo nivel. Estas son las denuncias de las futbolistas Atlético Villalonga Fútbol Femenino a través del comunicado hecho público por la AFE : Las jugadoras se sienten engañadas, con promesas incumplidas que les trasladó el club en un primer momento, tanto a las jugadoras que han renovado, como a las que han llegado nuevas al equipo, ya que se puso sobre la mesa un objetivo y un modelo de trabajo totalmente diferentes al que están viviendo a diario. CONTRATOS: Irregularidades en el horario laboral entre lo reflejado en los contratos y su cotización. Se alcanzaron diferentes acuerdos al principio de temporada con el presidente, que luego cambió junto a su gestora, sin previo aviso ni consentimiento de las jugadoras, reduciéndose el horario laboral y dándose de alta el contrato con ese cambio que algunas jugadoras no han firmado ni aceptado. COBROS: En los contratos se establece que hay que pagar entre el 1 y el 10 de cada mes, algo que rara vez sucede. Las nóminas no se reciben en el tiempo legal estipulado y las futbolistas tienen que estar pidiéndolas constantemente, casi siempre sin recibir respuesta. Por otro lado, el club no está cumpliendo los acuerdos a los que llegó con varias jugadoras a principio de temporada y, además, varias de ellas están sufriendo impagos y retrasos en el abono de su salario. Hay un claro trato desigual a las futbolistas. Mientras a algunas se les somete a las pruebas pertinentes, con el consiguiente y adecuado tratamiento cuando se lesionan, a otras no se las somete ni a una simple ecografía. No disponen de los recursos y herramientas necesarias a la hora de ser sometidas a las pruebas necesarias para diagnosticar adecuadamente una lesión. En muchos casos es la futbolista la que tiene que buscarse la vida y abonar el coste de la prueba con el fin de acelerar el proceso de recuperación. La directiva es perfectamente consciente de la poca capacidad, disciplina y profesionalidad de la persona que ha ejercido hasta hace poco el papel de primer entrenador, llegando a estar el equipo durante 6 meses sin preparación táctica, sin recibir las mínimas instrucciones, ni soluciones, tanto en partidos como entrenamientos, generando un clima de crispación entre cuerpo técnico y jugadoras, e incluso entre ellas mismas. Con la incorporación del nuevo entrenador/a, las jugadoras se han visto obligadas a retrasar su horario de entrenamiento para adaptarse a su disponibilidad, con el consiguiente perjuicio para muchas de las futbolistas que trabajan o acuden a clases en ese horario. Una decisión adoptada, además, sin consultar al plantel previamente. El nivel de la categoría es demasiado elevado para ellas ante la poca calidad de preparación e intensidad. La mala gestión del cuerpo técnico, en una palabra, ha afectado directamente al rendimiento individual y colectivo. El equipo no dispuso de segundo entrenador hasta la última semana de enero y porque Romina (trabajadora del club desde hace 6 años, que ahora cumple papel de coordinadora de la base y entrenadora del equipo) lo pidió. Las jugadoras llevaban 6 meses de competición reclamando esto en repetidas ocasiones. Con la llegada de la nueva entrenadora y su segundo entrenador se han cambiado las horas de entrenamiento e instalaciones sin previo aviso, teniendo que adaptarse las jugadoras sin ninguna solución porque quieren practicar este deporte y luchar por sus objetivos. Con este cambio, el preparador físico no puede asistir a dos entrenamientos a la semana, acudiendo al gimnasio una sola vez por semana (alguna semana, ni eso). El peso de la preparación física recae muchos días en la primera y segunda entrenadora, personas no cualificadas, lo que provoca que la preparación no esté a la altura de la competición. Aunque dichos puestos están cubiertos, las jugadoras sienten que son parches que pone el club para que no luchen por sus objetivos al entender que ambos no tienen capacidad ni trayectoria deportiva como para llevar un equipo de Segunda Federación FutFem, al tener una experiencia que no va más allá de categorías municipales e inferiores. El club y la directiva eran conscientes de que no estaban cualificados para esta categoría. El equipo no dispone de readaptador. El preparador físico no tiene disponibilidad completa (el camb
Las futbolistas del Atlético Villalonga Fútbol Femenino , club de Segunda RFEF gestionado por el Pontevedra CF, han denunciado a través de un comunicado de la Asociación de Futbolistas Españoles ( AFE ) la precaria situación laboral que sufren a diario en el club gallego, una situación que arrastran desde finales de julio del pasado año, cuando comenzaron la pretemporada. En el comunicado, la plantilla del Atlético Villalonga, que se siente engañada por su club, denuncia, entre otras cuestiones, impagos, irregularidades en el horario laboral entre lo reflejado en los contratos y su cotización y trato discriminatorio entre las jugadoras, acusando al club de no facilitar las herramientas adecuadas para competir al máximo nivel. Estas son las denuncias de las futbolistas Atlético Villalonga Fútbol Femenino a través del comunicado hecho público por la AFE : Las jugadoras se sienten engañadas, con promesas incumplidas que les trasladó el club en un primer momento, tanto a las jugadoras que han renovado, como a las que han llegado nuevas al equipo, ya que se puso sobre la mesa un objetivo y un modelo de trabajo totalmente diferentes al que están viviendo a diario. CONTRATOS: Irregularidades en el horario laboral entre lo reflejado en los contratos y su cotización. Se alcanzaron diferentes acuerdos al principio de temporada con el presidente, que luego cambió junto a su gestora, sin previo aviso ni consentimiento de las jugadoras, reduciéndose el horario laboral y dándose de alta el contrato con ese cambio que algunas jugadoras no han firmado ni aceptado. COBROS: En los contratos se establece que hay que pagar entre el 1 y el 10 de cada mes, algo que rara vez sucede. Las nóminas no se reciben en el tiempo legal estipulado y las futbolistas tienen que estar pidiéndolas constantemente, casi siempre sin recibir respuesta. Por otro lado, el club no está cumpliendo los acuerdos a los que llegó con varias jugadoras a principio de temporada y, además, varias de ellas están sufriendo impagos y retrasos en el abono de su salario. Hay un claro trato desigual a las futbolistas. Mientras a algunas se les somete a las pruebas pertinentes, con el consiguiente y adecuado tratamiento cuando se lesionan, a otras no se las somete ni a una simple ecografía. No disponen de los recursos y herramientas necesarias a la hora de ser sometidas a las pruebas necesarias para diagnosticar adecuadamente una lesión. En muchos casos es la futbolista la que tiene que buscarse la vida y abonar el coste de la prueba con el fin de acelerar el proceso de recuperación. La directiva es perfectamente consciente de la poca capacidad, disciplina y profesionalidad de la persona que ha ejercido hasta hace poco el papel de primer entrenador, llegando a estar el equipo durante 6 meses sin preparación táctica, sin recibir las mínimas instrucciones, ni soluciones, tanto en partidos como entrenamientos, generando un clima de crispación entre cuerpo técnico y jugadoras, e incluso entre ellas mismas. Con la incorporación del nuevo entrenador/a, las jugadoras se han visto obligadas a retrasar su horario de entrenamiento para adaptarse a su disponibilidad, con el consiguiente perjuicio para muchas de las futbolistas que trabajan o acuden a clases en ese horario. Una decisión adoptada, además, sin consultar al plantel previamente. El nivel de la categoría es demasiado elevado para ellas ante la poca calidad de preparación e intensidad. La mala gestión del cuerpo técnico, en una palabra, ha afectado directamente al rendimiento individual y colectivo. El equipo no dispuso de segundo entrenador hasta la última semana de enero y porque Romina (trabajadora del club desde hace 6 años, que ahora cumple papel de coordinadora de la base y entrenadora del equipo) lo pidió. Las jugadoras llevaban 6 meses de competición reclamando esto en repetidas ocasiones. Con la llegada de la nueva entrenadora y su segundo entrenador se han cambiado las horas de entrenamiento e instalaciones sin previo aviso, teniendo que adaptarse las jugadoras sin ninguna solución porque quieren practicar este deporte y luchar por sus objetivos. Con este cambio, el preparador físico no puede asistir a dos entrenamientos a la semana, acudiendo al gimnasio una sola vez por semana (alguna semana, ni eso). El peso de la preparación física recae muchos días en la primera y segunda entrenadora, personas no cualificadas, lo que provoca que la preparación no esté a la altura de la competición. Aunque dichos puestos están cubiertos, las jugadoras sienten que son parches que pone el club para que no luchen por sus objetivos al entender que ambos no tienen capacidad ni trayectoria deportiva como para llevar un equipo de Segunda Federación FutFem, al tener una experiencia que no va más allá de categorías municipales e inferiores. El club y la directiva eran conscientes de que no estaban cualificados para esta categoría. El equipo no dispone de readaptador. El preparador físico no tiene disponibilidad completa (el cambio de horario le impediría acudir a los entrenamientos de lunes y jueves) y no viaja a todos los partidos, teniendo que suplir su trabajo otro integrante del cuerpo técnico. Cuando asiste, no puede levantarse del banquillo para cumplir sus funciones y las futbolistas hacen ese trabajo por su cuenta, como si fuesen un simple grupo de aficionadas. En repetidas ocasiones el fisioterapeuta no viaja, teniendo que ser atendidas, cuando llega el momento, en el terreno de juego por los fisios del equipo rival (que no conocen sus cuerpos, ni lesiones previas, etc.). El equipo tiene un nutricionista que no cumple sus funciones. Desde septiembre no se les ha hecho un estudio mínimo, ni de peso, ni musculatura, etc., dificultando así su óptima puesta a punto a nivel físico. La persona responsable del día a día del equipo apenas responde a los mensajes ni a las llamadas de las jugadoras, por lo que no puede despejar sus dudas, escuchar sus inquietudes ni hacer las gestiones necesarias para resolver cualquier problema. Cuando responde, según denuncia el plantel en su práctica totalidad, lo hace de una manera altiva, soberbia y denigrante, haciendo que cualquier conversación con ella sea una pérdida de tiempo, haciendo incluso «chantajes» a cuerpo técnico y a jugadoras. Asegura que solucionará cualquier problema que surja, pero esa solución no llega nunca. Traslada habitualmente que son temas que atañen al presidente, el que debe solucionarlos, y las jugadoras se sienten permanentemente engañadas por ella. El presidente nunca informa de cualquier situación del club que les afecta. Oculta cuestiones importantes para ellas a la hora de desarrollar a diario su trabajo. Nunca habla con claridad, denuncia el equipo, y se dedica a dar largas cuando las futbolistas piden solucionar cualquier asunto. Cuando se dirigen a él, responde que son temas que debe resolver la gestora, sufriendo las afectadas una situación frustrante, agobiante y alarmante, viéndose dañada su salud mental. • Las futbolistas sufren, por todo ello, un enorme desgaste emocional del que el club no se responsabiliza por su mala gestión, e intenta culparlas de todo lo que sucede. Es decir, nadie se responsabiliza de todo lo que pasa alrededor del equipo. Se producen repentinos cambios en los itinerarios de los viajes, con lo que son más largos de lo previsto, lo que afecta negativamente a la hora de competir. En ocasiones viajan en autobuses no adecuados para desplazamientos de larga duración (10, 12, 14 horas…), siendo indispensable hacerlo en uno que disponga de un baño para desplazamientos tan largos. La comida en los desplazamientos no está a la altura de un equipo profesional. Además de ser escasas las raciones, no se come las veces necesarias al afrontar viajes tan largos. El club no facilita las herramientas adecuadas para competir al máximo nivel. El material que emplea el fisioterapeuta es escaso y no es el adecuado, pues en ocasiones emplea crema solar o vaselina. En determinados viajes el equipo no dispone de botiquín ni camilla. Tanto futbolistas como cuerpo técnico no disponen de la ropa deportiva necesaria, en muchos casos mal tallada. as jugadoras sólo disponen de un equipaje de entrenamiento (camiseta y pantalón), lo que provoca que muchas veces entrenen con la ropa húmeda y en ocasiones con ropa diferente. Disponen de GPS para analizar su rendimiento físico diario, pero no se puede utilizar porque no se ha efectuado el pago de la plataforma de trabajo. Todos los partidos en casa se juegan en campo de césped natural, pero los entrenamientos se realizan en diferentes campos de césped artificial, lo que supone un claro riesgo de sufrir una lesión. El club prometió que entrenarían en césped natural dos días a la semana, pero esa promesa no se ha cumplido. Las futbolistas, según explican en el comunicado de AFE, exigen a Pontevedra CF y Atlético Villalonga que solucionen esta situación alarmante que sufren a diario, con el objetivo de que sean tratadas como lo que son, futbolistas profesionales. El equipo espera una respuesta inmediata para que sus condiciones laborales sean las adecuadas (reales y no de palabra). De lo contrario, se verán en la obligación de tomar otras medidas con la única finalidad de luchar por sus derechos y preservar su salud mental.
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