El móvil nos está robando el amor: así nos afecta el 'scroll' infinito

La desconexión de las parejas por la adicción a las pantallas hace que priorizar la relación sea un desafío en los tiempos de la hiperconectividad

Feb 6, 2025 - 10:47
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El móvil nos está robando el amor: así nos afecta el 'scroll' infinito

Fue en las décadas de los 60 y los 70 cuando, según me cuentan mis padres, empezó ese miedo a las pantallas, concretamente a la de la televisión, que también empezó a ser conocida como "la caja tonta".

Medio siglo después ya no prestamos atención a la serie que vemos junto a nuestra pareja por estar revisando el móvil en absoluto silencio. Nos sentamos en el metro sin cruzar una palabra, pero no perdemos una sola del vídeo que estamos viendo. Hasta vamos de vacaciones y cada uno está inmerso en su teléfono. Los tontos somos nosotros, no las cajas.

Y sí, como era de esperar, esto también iba a repercutir en la vida íntima. Ese dispositivo para la conexión ha conseguido todo lo contrario: alejarnos los unos de los otros.

Puede que el efecto secundario que más se conoce del móvil es el relativo al esperma. Según un estudio de la Universidad de Ginebra, llevar el teléfono en los pantalones es sinónimo de problemas de fertilidad, ya que la cantidad de espermatozoides por milímetro, disminuye casi a la mitad.

Una información que no deja de ser relevante para quienes quieren ampliar la familia, pero de los otros efectos secundarios del teléfono, de cómo la intimidad cae en picado según aumenta el uso del dispositivo, no estamos hablando tanto.

Este enganche que llevamos (y me incluyo) a la pequeña pantalla supone que tenemos menos tiempo para el resto de cosas, incluyendo momentos de calidad con la pareja. Cuando más haces scroll, contestas whatsapps, ves vídeos o lees este artículo, no estás hablando, escuchando o mirando a la otra persona.

Además de que tenemos entre las manos un objeto que nos quita momentos, lo que vemos a través de él son parejas idílicas llevando lo que parece una relación perfecta, aunque luego descubramos que la pareja atravesaba una crisis o alguien mantenía una doble vida: siempre sonrientes, con viajes a países lejanos, guapísimos…

Dicen que las comparaciones son odiosas, pero con los miles de impactos que recibimos al día, las comparaciones son también inevitables. Una falta de realismo que no podemos evitar que influya o bien en la propia autoestima o en la percepción de la relación y se traduce en inseguridades, falta de deseo, la búsqueda de validación externa en vez de fortalecer la complicidad en pareja, etc.

Escribo este artículo parando cada pocos minutos para comprobar las notificaciones del móvil, responder un mensaje o darme un paseo digital por Instagram a ver si hay algo interesante. Esas interrupciones, esa constante revisión del móvil no solo suceden en mis horas de trabajo, también cuando es lo primero que consulto al levantarme y lo penúltimo al acostarme.

Pero cuando llegas al punto de que algo interfiere en tu atención plena y te saca del presente, con esa estimulación constante, es tener al cerebro siempre distraído y enganchado con la recompensa inmediata. Nos toca alejarnos un poco para no perder la capacidad de disfrutar de experiencias más tranquilas: la del contacto físico, la del placer…

Y por eso, cada vez menos espontáneos entre nosotros y más conectados a una prolongación tecnológica, la calidad emocional a día de hoy no solo es un esfuerzo consciente y activo que debemos hacer para salir de las distracciones digitales, sino un compromiso hacia nuestra pareja.

El móvil fuera, que entre el amor.