Hasta hace unos meses, Karla Sofía Gascón era la musa de la causa trans, la antorcha moral de Hollywood y la pastora de las causas marginadas. Pero a cada santo laico le llega su lapidación y a ella le ha tocado, por bocachancla. Apeada a taconazos del pedestal donde la habían encumbrado, Karla Sofía ha pagado el precio de unas opiniones en redes de hace cinco años. A George Floyd lo llamó drogata. Al islam infección. Y a la Academia le dedicó sus más esmeradas burlas. Cuñadismo en vena. Si sólo le faltó mandar a subir por la banda al lateral izquierdo del Alcobendas CF, poseída por aquel espíritu que, según Francico Umbral, distinguía la sabiduría del obreraje, cuando se...
Ver Más