La tercera sesión del juicio a Luis Rubiales en la Audiencia Nacional sirvió ayer para profundizar en el esclarecimiento del delito de coacciones del que están acusados también el exseleccionador Jorge Vilda, el exdirector de la selección española Albert Luque y el que era responsable de marketing, Rubén Rivera, que fue quien acabó mejor parado de los cuatro. El foco estaba en el avión y en el revoloteo de directivos de la RFEF cuando, camino de España, todos dentro y fuera de la aeronave eran ya conscientes de «la que se estaba liando» por el beso que había propinado el entonces presidente de la institución a la jugadora Jennifer Hermoso. A golpe de los testimonios de Rafael del Amo, hasta...
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