Los bancos deberán adaptarse al menor impuesto inflacionario cobrado
Todos hemos escuchado hablar del llamado "impuesto inflacionario", asociado a cómo la inflación beneficia al Estado, dado que los billetes que tiene la gente se desvalorizan, redistribuyendo riqueza hacia los emisores de éstos, los bancos centrales, que ahora tienen un pasivo (la base monetaria) de menor valor. Menos se escucha que los bancos, o cualquier entidad receptora de fondos que no retribuyen un interés, también cobran impuesto inflacionario. El sector bancario, mediante la captación de depósitos y el otorgamiento de préstamos, crea dinero, el cual puede rendir intereses, como los plazos fijos, o no, como las cuentas a la vista, que representarían la "base imponible" del cobro del impuesto inflacionario por parte del sector. Quienes pagan ese impuesto son las familias y las empresas que tengan en su activo esas cuentas a la vista.Con el aumento de la inflación de los últimos años, los bancos usufructuaron mucho la captación de estos depósitos sin costo (incluyendo cuentas sueldo y previsionales) pasando a ser, consecuentemente, uno de los productos más rentables. Y hacia allí se orientó el modelo de negocios durante todos estos años de inflación entre moderada y alta: apertura de la mayor cantidad de cajas de ahorro y cuentas corrientes, intentando mantenerlas nutridas de fondos la mayor parte del mes, para luego aplicarlos a activos sin riesgo del Banco Central, con tasas de interés que se asemejaban a la inflación.Luego apareció la competencia de billeteras virtuales que ofrecían, de manera transparente o más encubierta, fondos comunes de inversión líquidos para remunerar saldos a la vista, y los mismos bancos habilitaron la posibilidad de ofrecer estos FCI en sus aplicaciones móviles. Más recientemente, aun con las restricciones cambiarias vigentes, se aceitó fuertemente la posibilidad de migrar saldos a cuentas en dólares a través del dólar MEP y el mercado de títulos. En los hechos, todo esto ha ido reduciendo el cobro del impuesto inflacionario por parte de los bancos.Con el aumento de la inflación de los últimos años, los bancos usufructuaron mucho la captación de estos depósitos sin costo (incluyendo cuentas sueldo y previsionales) pasando a ser, consecuentemente, uno de los productos más rentables.Durante 2024, además, tuvimos un primer semestre con tasas reales muy negativas que implicó no sólo una redistribución de la riqueza desde tenedores de plazos fijos, billeteras virtuales y money markets hacia el BCRA (el "saneamiento" de su balance) sino también aplicaciones menos rentables (en su momento, Leliq y pases) para el fondeo a la vista. En el segundo semestre, por otro lado, el descenso de la inflación y de las tasas acentuaron la caída del usufructo del cobro del impuesto por tener pasivos sin costo.Para ponerle números, el cobro de impuesto inflacionario se ubicó por debajo del 10% del activo en el año 2021, tomando como rendimiento de mínima, en la aplicación del fondeo a la vista, la tasa de referencia del BCRA. Ese fue un número de por sí enorme, que surge de computar los pasivos no remunerados de los bancos, restando el efectivo en caja o los encajes no remunerados en el BCRA por motivo de la integración del efectivo mínimo, para aplicarle a ese saldo neto un rendimiento de corto plazo y "libre de riesgo" que se resume en la "tasa de política monetaria" definida por el BCRA, que fue cambiando no sólo de nivel sino también de instrumento asociado (Leliq, Pases, LeFi). Esos ingresos luego de los compara con el Activos de los bancos. En el segundo semestre, el descenso de la inflación y de las tasas acentuaron la caída del usufructo del cobro del impuesto por tener pasivos sin costo.El impuesto cobrado por los bancos saltó a 17% del activo en 2022, y a 29% del activo en 2023, triplicando el ROA de aquel año. Mejor dicho, si no hubiera existido ese nivel de cuentas a la vista sin costo, los bancos probablemente hubieran tenido pérdidas si no modificaban fuertemente algunas decisiones de precios y tasas. En el 2024, el impuesto inflacionario es posible que termine en un valor cercano a 10% del activo, pero ya a fines de año está mostrando un resultado cercano a 5% del activo dado que las tasas (efectivas) anuales se ubican por debajo del 40%. Para 2025, estos enormes valores cobrados quedarán en el olvido y los ingresos de los pasivos sin costo se ubicarán en valores cercanos o por debajo del 4% del activo.Más allá de las tasas de interés, habrá que ver cómo evoluciona la participación de las cuentas a la vista, frente a la competencia de cuentas corrientes remuneradas y los plazos fijos (también destino habitual de los FCI), y los pasivos dolarizados. Aun con niveles de tasas similares a las del año 2021, la participación de los pasivos sin costo se redujo sensiblemente, poniendo más presión en otras fuentes de rentabilidad.Reflexiones para 2025El panorama de tasas bajas y saldos a la vista acotados, ¿implicará pérdidas netas para los bancos en el 2025? No necesariamente, especialment
Todos hemos escuchado hablar del llamado "impuesto inflacionario", asociado a cómo la inflación beneficia al Estado, dado que los billetes que tiene la gente se desvalorizan, redistribuyendo riqueza hacia los emisores de éstos, los bancos centrales, que ahora tienen un pasivo (la base monetaria) de menor valor.
Menos se escucha que los bancos, o cualquier entidad receptora de fondos que no retribuyen un interés, también cobran impuesto inflacionario. El sector bancario, mediante la captación de depósitos y el otorgamiento de préstamos, crea dinero, el cual puede rendir intereses, como los plazos fijos, o no, como las cuentas a la vista, que representarían la "base imponible" del cobro del impuesto inflacionario por parte del sector. Quienes pagan ese impuesto son las familias y las empresas que tengan en su activo esas cuentas a la vista.
Con el aumento de la inflación de los últimos años, los bancos usufructuaron mucho la captación de estos depósitos sin costo (incluyendo cuentas sueldo y previsionales) pasando a ser, consecuentemente, uno de los productos más rentables. Y hacia allí se orientó el modelo de negocios durante todos estos años de inflación entre moderada y alta: apertura de la mayor cantidad de cajas de ahorro y cuentas corrientes, intentando mantenerlas nutridas de fondos la mayor parte del mes, para luego aplicarlos a activos sin riesgo del Banco Central, con tasas de interés que se asemejaban a la inflación.
Luego apareció la competencia de billeteras virtuales que ofrecían, de manera transparente o más encubierta, fondos comunes de inversión líquidos para remunerar saldos a la vista, y los mismos bancos habilitaron la posibilidad de ofrecer estos FCI en sus aplicaciones móviles. Más recientemente, aun con las restricciones cambiarias vigentes, se aceitó fuertemente la posibilidad de migrar saldos a cuentas en dólares a través del dólar MEP y el mercado de títulos. En los hechos, todo esto ha ido reduciendo el cobro del impuesto inflacionario por parte de los bancos.
Con el aumento de la inflación de los últimos años, los bancos usufructuaron mucho la captación de estos depósitos sin costo (incluyendo cuentas sueldo y previsionales) pasando a ser, consecuentemente, uno de los productos más rentables.
Durante 2024, además, tuvimos un primer semestre con tasas reales muy negativas que implicó no sólo una redistribución de la riqueza desde tenedores de plazos fijos, billeteras virtuales y money markets hacia el BCRA (el "saneamiento" de su balance) sino también aplicaciones menos rentables (en su momento, Leliq y pases) para el fondeo a la vista. En el segundo semestre, por otro lado, el descenso de la inflación y de las tasas acentuaron la caída del usufructo del cobro del impuesto por tener pasivos sin costo.
Para ponerle números, el cobro de impuesto inflacionario se ubicó por debajo del 10% del activo en el año 2021, tomando como rendimiento de mínima, en la aplicación del fondeo a la vista, la tasa de referencia del BCRA. Ese fue un número de por sí enorme, que surge de computar los pasivos no remunerados de los bancos, restando el efectivo en caja o los encajes no remunerados en el BCRA por motivo de la integración del efectivo mínimo, para aplicarle a ese saldo neto un rendimiento de corto plazo y "libre de riesgo" que se resume en la "tasa de política monetaria" definida por el BCRA, que fue cambiando no sólo de nivel sino también de instrumento asociado (Leliq, Pases, LeFi). Esos ingresos luego de los compara con el Activos de los bancos.
En el segundo semestre, el descenso de la inflación y de las tasas acentuaron la caída del usufructo del cobro del impuesto por tener pasivos sin costo.
El impuesto cobrado por los bancos saltó a 17% del activo en 2022, y a 29% del activo en 2023, triplicando el ROA de aquel año. Mejor dicho, si no hubiera existido ese nivel de cuentas a la vista sin costo, los bancos probablemente hubieran tenido pérdidas si no modificaban fuertemente algunas decisiones de precios y tasas. En el 2024, el impuesto inflacionario es posible que termine en un valor cercano a 10% del activo, pero ya a fines de año está mostrando un resultado cercano a 5% del activo dado que las tasas (efectivas) anuales se ubican por debajo del 40%. Para 2025, estos enormes valores cobrados quedarán en el olvido y los ingresos de los pasivos sin costo se ubicarán en valores cercanos o por debajo del 4% del activo.
Más allá de las tasas de interés, habrá que ver cómo evoluciona la participación de las cuentas a la vista, frente a la competencia de cuentas corrientes remuneradas y los plazos fijos (también destino habitual de los FCI), y los pasivos dolarizados. Aun con niveles de tasas similares a las del año 2021, la participación de los pasivos sin costo se redujo sensiblemente, poniendo más presión en otras fuentes de rentabilidad.
Reflexiones para 2025
El panorama de tasas bajas y saldos a la vista acotados, ¿implicará pérdidas netas para los bancos en el 2025? No necesariamente, especialmente porque este será un fenómeno que afectará a todos los bancos, en mayor o menor medida, con lo que puede haber soluciones que tomen en conjunto, algunas más de corto plazo y otras más estructurales. Podría sintetizar, entonces, tres paliativos importantes que se desprenden con naturalidad de este diagnóstico:
1. Los comités de activos y pasivos (o las áreas de finanzas en general) deberán estar atentos a compensar, con las tasas de otros productos, la menor rentabilidad esperada de cajas de ahorro y cuentas corrientes. Podría argumentarse que una menor rentabilidad de un producto no tiene por qué incidir en la tasa aplicada a otros productos, dado que el concepto de "curva de transferencia", al aplicarse a cada línea crediticia, implica una comparación con tasas de mercado (LeFi, Lecap). Pero también es cierto que, en un ambiente competitivo y con la rentabilidad de las cuentas a la vista presente en todo el sistema, los bancos posiblemente hayan sacrificado rentabilidad en otros productos, al mirar más bien los costos medios de fondeo y no las tasas marginales de mercado. Así, es posible que durante 2025 veamos un aumento en el spread entre las tasas activas y pasivas, para compensar cuentas a la vista menos rentables, ya sea con créditos más caros o plazos fijos que se alejen más de las tasas de LeFi. No hay que descartar que los bancos se animen también a remunerar cajas de ahorro bajo ciertas condiciones para incrementar su relevancia en el Pasivo.
2. La menor inflación tendrá un impacto a través de cuentas a la vista menos rentables, pero al mismo tiempo, una economía más estable permitirá niveles de intermediación más altos. Así, menos precio pero más escala puede ser una combinación razonable, aunque no está exenta de desafíos, sobre todo porque la mayor intermediación no está garantizada si se van dolarizando los ahorros y no se encuentran suficientes aplicaciones a riesgo razonable.
3. Reconversión estructural del sistema, reduciendo el número de sucursales o el personal dedicado a cada una, sobre la base de la digitalización de los servicios financieros y el cambio en las preferencias de los clientes. Esto implicará acelerar los cambios en los procesos y en sistemas de todas las actividades internas (comercialización, marketing, canales de atención, contabilidad, gestión de riesgos, cumplimiento normativo, etc), con el objetivo de compensar menores ingresos con menores gastos administrativos. Hoy esos gastos son muy grandes comparando con estándares internacionales, pero están disimulados por la enorme relevancia de las tasas de interés y de lo que definen los comités de activos y pasivos. Pero la tendencia hacia la reducción del número de sucursales es global, y son muchas las experiencias de nuevos hubs financieros colaborativos de menor tamaño, o convenios con comercios que se usen como puntos de retiro de efectivo mediante sistemas de "cashback" o "cash-in". Las sucursales en Argentina son muy caras no sólo por la cantidad de personal que requiere cada una, sino también por la cantidad de tasas municipales, muy variables según la localidad.
Con todo, el año 2025 aparece como muy desafiante en términos de definiciones del sistema bancario operando en un entorno de inflación cada vez más baja y en donde la incertidumbre sobre el nivel de actividad y la morosidad todavía no está despejada