Estos serían los efectos si un asteroide chocase contra la Tierra: un nuevo estudio lo ha simulado con Bennu
Investigadores de Corea del Sur han utilizado modelos climáticos y una supercomputadora para simular las consecuencias de una colisión contra la Tierra de Bennu, un asteroide real de 500 metros que se encuentra en nuestro sistema solar.
La comunidad científica sigue con atención al asteroide 2024 YR4, sobre el que la NASA y la ESA han elevado el riesgo de impacto a 2,3% en las últimas horas. Este evento ha reavivado el debate sobre los sistemas de defensa planetaria y la necesidad de vigilar de cerca los cuerpos celestes potencialmente peligrosos que habitan en el sistema solar.
El sistema solar está lleno de objetos con órbitas cercanas a la Tierra. La mayoría no representan una amenaza, pero algunos han sido identificados como objetos de interés con probabilidades de colisión no despreciables. Entre ellos se encuentra Bennu, un asteroide con un diámetro de aproximadamente 500 metros, que según estudios recientes tiene una probabilidad estimada de 1 entre 2.700 de impactar contra la Tierra en septiembre de 2182. Esto equivale a la probabilidad de lanzar una moneda al aire 11 veces seguidas y obtener el mismo resultado.
Si hay un asteroide en el radar de la comunidad científica por su potencial peligro, ese es Bennu. Su órbita lo acerca a la Tierra cada seis años y, aunque el riesgo de impacto es bajo, la posibilidad de colisión ha llevado a los expertos a analizar sus posibles efectos con gran detalle.
Más allá del temor que genera su tamaño y trayectoria, Bennu ha sido un objetivo prioritario para la exploración espacial debido a su composición. Contiene elementos clave para la vida, lo que motivó la misión OSIRIS-REx de la NASA a estudiarlo en 2020 y traer muestras en 2023. Se cree que este asteroide se desprendió de un cuerpo más grande, rico en carbono, hace entre 700 millones y 2.000 millones de años, y su presencia en el sistema solar ofrece pistas sobre los orígenes del Universo.
Un 'invierno de impacto' y crisis global
Un nuevo estudio publicado en Science Advances por investigadores del Instituto IBS de Física Climática de la Universidad Nacional de Pusan (Corea del Sur) ha modelado por primera vez los efectos climáticos y ecológicos de un impacto de un asteroide de tamaño medio como Bennu. Los resultados son, como era de esperar, alarmantes.
Para determinar los posibles impactos en el clima, las plantas terrestres y el plancton oceánico, los investigadores utilizaron un modelo climático de última generación con la supercomputadora IBS Aleph.
En sus simulaciones, el impacto inyectaría en la atmósfera entre 100 y 400 millones de toneladas de polvo, bloqueando la luz solar y provocando alteraciones dramáticas en el clima y la biodiversidad global en los tres a cuatro años posteriores al impacto. Entre los efectos previstos:
- Descenso de hasta 4 °C en la temperatura media global, similar a lo ocurrido en las eras glaciares.
- Reducción del 15% en las precipitaciones, afectando a la disponibilidad de agua y a la agricultura.
- Pérdida del 32% de la capa de ozono, aumentando la exposición a radiación ultravioleta.
- Disminución de la fotosíntesis en un 20-30%, afectando tanto a ecosistemas terrestres como marinos.
Estos factores combinados generarían un “invierno de impacto” de entre tres y cuatro años, con hambrunas globales y una crisis ecológica sin precedentes.
Según algunos estudios, asteroides de tamaño medio como Bennu impactan la Tierra cada 100.000 a 200.000 años, lo que sugiere que eventos similares pudieron haber influido en la evolución humana y la biodiversidad global en el pasado.
Un posible resurgir de la vida marina
Sin embargo, el impacto de Bennu no solo traería consecuencias negativas. Los investigadores descubrieron que el crecimiento del plancton oceánico mostraría una respuesta inesperada. Mientras que los ecosistemas terrestres tardarían entre dos y tres años en recuperarse, el fitoplancton y el zooplancton en los océanos podrían hacerlo en solo seis meses, e incluso aumentar sus niveles previos al impacto.
Según los autores del estudio, el hierro liberado en la estratosfera debido al impacto podría fertilizar regiones oceánicas que actualmente tienen escasez de nutrientes, impulsando floraciones de algas sin precedentes. Dependiendo del contenido de hierro del asteroide y del material terrestre lanzado a la atmósfera, el océano Austral y el Pacífico tropical oriental podrían experimentar un auge en su biodiversidad marina.
Según las simulaciones, este fenómeno beneficiaría especialmente a las diatomeas, un tipo de alga rica en silicatos, cuyo crecimiento atraería a grandes cantidades de zooplancton y, en consecuencia, favorecería la cadena alimentaria marina.
Preparación y defensa planetaria
A pesar de que el riesgo de impacto sigue siendo bajo, agencias como la NASA y la ESA trabajan en estrategias de defensa planetaria para evitar un posible desastre.
Misiones como DART, que en 2022 logró desviar la trayectoria de un asteroide por primera vez en la historia, son el primer paso en el desarrollo de tecnologías capaces de proteger a la Tierra de amenazas futuras.
La vigilancia y exploración de objetos como Bennu seguirán siendo clave en la estrategia para prevenir impactos catastróficos en el futuro.
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