Jenni Hermoso, en el juicio a Rubiales: “Me estaba besando mi jefe y eso no debe ocurrir. Me sentí poco respetada”
La jugadora es la primera testigo en comparecer en el juicio contra el expresidente de la Federación, que se enfrenta a dos años y medio de cárcel por delitos de agresión sexual y coaccionesRubiales y su círculo de confianza se sientan en el banquillo por el beso y las coacciones a Jenni Hermoso La futbolista Jenni Hermoso ha afirmado este lunes ante el juez de la Audiencia Nacional que juzga a Luis Rubiales que el beso que le propinó en la boca el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) durante la entrega de medallas del Mundial, en agosto de 2023, no fue consentido. “Sabía que me estaba besando mi jefe y eso no debe ocurrir en un entorno laboral (...). Me sentí poco respetada. Mancharon uno de los días más felices de mi vida”, ha afirmado la jugadora. La deportista ha sido la primera persona en comparecer como testigo en el juicio en el que el expresidente federativo se enfrenta a una condena de hasta dos años y medio de cárcel por ese beso y por la trama que supuestamente urdió después para librarse de un escándalo que dio la vuelta al mundo y puso el foco sobre el machismo en el fútbol femenino. También están siendo juzgados el ex director deportivo de la selección masculina, Albert Luque, el exseleccionador Jorge Vilda y el exresponsable de marketing de la Federación, Rubén Rivera. El magistrado José Manuel Clemente les ha permitido sentarse en estrados junto a sus abogados, con lo que evitan la imagen del banquillo. Durante casi dos horas y media, la internacional española ha dado su versión de los hechos y ha sido contundente al afirmar que el beso fue inesperado y que, en ningún momento, él le pidió permiso. “No busqué ese acto y mucho menos lo esperé”, ha dicho la jugadora, que ha relatado también los diferentes episodios que vivió con Rubiales y con personas de su entorno que le reclamaron que saliera públicamente a restar importancia a ese acto. La jugadora ha considerado “una represalia” el hecho de la entrenadora, Montse Tomé, no contara con ella en la primera convocatoria tras el Mundial, ha afirmado que se sintió “desprotegidísima” por la Federación —“nadie se acercó a preguntar qué tal estaba”— y que necesitó ayuda psicológica para afrontar lo sucedido. “No entendí nada” A preguntas de la teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, la jugadora ha afirmado, sobre el beso, que no tuvo capacidad de reacción porque Rubiales cogió su cabeza “con efusividad”, puso sus manos sobre sus orejas y la besó. “Yo no entendí nada (...). Ni sentí ni le vi gestualizar ningún tipo de pregunta”, ha explicado la futbolista. Su relato choca con el del acusado, que durante la declaración en la fase de instrucción afirmó que le había preguntado “¿un besito? ¿un piquito?” y que ella había accedido. Hermoso ha reiterado que, aunque sintió “rechazo”, no quiso que ese hecho empañara el gran éxito de haber conseguido el Mundial. “No tengo que estar llorando en una habitación para entender que [el beso] no me gustó”, ha aseverado a preguntas de la defensa de Rubiales, que le ha preguntado por el vídeo en el que la jugadora aparece celebrando la victoria y haciendo algunas bromas sobre el beso en el autobús que trasladó a la comitiva española al aeropuerto de Sídney. Durante el interrogatorio, la jugadora también ha relatado cómo desde instantes después del beso, Rubiales trató que ella saliera públicamente a justificarlo. Ha explicado que su primera conversación fue en uno de los pasillos contiguos al vestuario minutos después de la final y mientras la selección celebraba el triunfo. “No me dijo 'tienes que hacer esto'. Pero sí que se estaba montando mucho revuelo y que podíamos pararlo”, ha sostenido. Esa estrategia habría continuado en el autobús que dirigió a las jugadoras al aeropuerto en Sídney. Así, ha afirmado que la jefa de prensa de la selección femenina, Patricia Pérez, le pidió que bajara del vehículo y que ella y el director de Comunicación, Pablo García Cuervo, le mostraron un comunicado exculpatorio para Rubiales que la entidad federativa acabó enviando a los medios con supuestas declaraciones de la jugadora. Hermoso ha asegurado que ella no dijo ninguna de las palabras que se le atribuyen en ese escrito. “Lo leí por encima. No quise saber lo que ponía exactamente”, ha aseverado. Según su declaración, la maniobras habrían seguido en el viaje de vuelta a España. Durante la escala en Doha, Hermoso ha asegurado que Rubiales intentó que saliera con él en un vídeo restando importancia a los hechos, pero ella se negó. Finalmente grabó él solo ese vídeo en el que ofreció excusas y una ambigua disculpa y afirmó que su gesto se produjo “sin ninguna mala fe” por “ninguna de las dos partes”. En ese mismo vuelo habría entrado en acción el entonces seleccionador, Jorge Vilda, que habría tratado de mediar con el herm
La jugadora es la primera testigo en comparecer en el juicio contra el expresidente de la Federación, que se enfrenta a dos años y medio de cárcel por delitos de agresión sexual y coacciones
Rubiales y su círculo de confianza se sientan en el banquillo por el beso y las coacciones a Jenni Hermoso
La futbolista Jenni Hermoso ha afirmado este lunes ante el juez de la Audiencia Nacional que juzga a Luis Rubiales que el beso que le propinó en la boca el expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) durante la entrega de medallas del Mundial, en agosto de 2023, no fue consentido. “Sabía que me estaba besando mi jefe y eso no debe ocurrir en un entorno laboral (...). Me sentí poco respetada. Mancharon uno de los días más felices de mi vida”, ha afirmado la jugadora.
La deportista ha sido la primera persona en comparecer como testigo en el juicio en el que el expresidente federativo se enfrenta a una condena de hasta dos años y medio de cárcel por ese beso y por la trama que supuestamente urdió después para librarse de un escándalo que dio la vuelta al mundo y puso el foco sobre el machismo en el fútbol femenino.
También están siendo juzgados el ex director deportivo de la selección masculina, Albert Luque, el exseleccionador Jorge Vilda y el exresponsable de marketing de la Federación, Rubén Rivera. El magistrado José Manuel Clemente les ha permitido sentarse en estrados junto a sus abogados, con lo que evitan la imagen del banquillo.
Durante casi dos horas y media, la internacional española ha dado su versión de los hechos y ha sido contundente al afirmar que el beso fue inesperado y que, en ningún momento, él le pidió permiso. “No busqué ese acto y mucho menos lo esperé”, ha dicho la jugadora, que ha relatado también los diferentes episodios que vivió con Rubiales y con personas de su entorno que le reclamaron que saliera públicamente a restar importancia a ese acto.
La jugadora ha considerado “una represalia” el hecho de la entrenadora, Montse Tomé, no contara con ella en la primera convocatoria tras el Mundial, ha afirmado que se sintió “desprotegidísima” por la Federación —“nadie se acercó a preguntar qué tal estaba”— y que necesitó ayuda psicológica para afrontar lo sucedido.
“No entendí nada”
A preguntas de la teniente fiscal de la Audiencia Nacional, Marta Durántez, la jugadora ha afirmado, sobre el beso, que no tuvo capacidad de reacción porque Rubiales cogió su cabeza “con efusividad”, puso sus manos sobre sus orejas y la besó. “Yo no entendí nada (...). Ni sentí ni le vi gestualizar ningún tipo de pregunta”, ha explicado la futbolista. Su relato choca con el del acusado, que durante la declaración en la fase de instrucción afirmó que le había preguntado “¿un besito? ¿un piquito?” y que ella había accedido.
Hermoso ha reiterado que, aunque sintió “rechazo”, no quiso que ese hecho empañara el gran éxito de haber conseguido el Mundial. “No tengo que estar llorando en una habitación para entender que [el beso] no me gustó”, ha aseverado a preguntas de la defensa de Rubiales, que le ha preguntado por el vídeo en el que la jugadora aparece celebrando la victoria y haciendo algunas bromas sobre el beso en el autobús que trasladó a la comitiva española al aeropuerto de Sídney.
Durante el interrogatorio, la jugadora también ha relatado cómo desde instantes después del beso, Rubiales trató que ella saliera públicamente a justificarlo. Ha explicado que su primera conversación fue en uno de los pasillos contiguos al vestuario minutos después de la final y mientras la selección celebraba el triunfo. “No me dijo 'tienes que hacer esto'. Pero sí que se estaba montando mucho revuelo y que podíamos pararlo”, ha sostenido.
Esa estrategia habría continuado en el autobús que dirigió a las jugadoras al aeropuerto en Sídney. Así, ha afirmado que la jefa de prensa de la selección femenina, Patricia Pérez, le pidió que bajara del vehículo y que ella y el director de Comunicación, Pablo García Cuervo, le mostraron un comunicado exculpatorio para Rubiales que la entidad federativa acabó enviando a los medios con supuestas declaraciones de la jugadora. Hermoso ha asegurado que ella no dijo ninguna de las palabras que se le atribuyen en ese escrito. “Lo leí por encima. No quise saber lo que ponía exactamente”, ha aseverado.
Según su declaración, la maniobras habrían seguido en el viaje de vuelta a España. Durante la escala en Doha, Hermoso ha asegurado que Rubiales intentó que saliera con él en un vídeo restando importancia a los hechos, pero ella se negó. Finalmente grabó él solo ese vídeo en el que ofreció excusas y una ambigua disculpa y afirmó que su gesto se produjo “sin ninguna mala fe” por “ninguna de las dos partes”.
En ese mismo vuelo habría entrado en acción el entonces seleccionador, Jorge Vilda, que habría tratado de mediar con el hermano de la jugadora. “Me comentó [mi hermano] que Vilda le había dicho que llevábamos muchos años juntos, que me quería mucho, que nos teníamos mucho aprecio. Y que si él podía ayudar a que yo diera el paso de hacer el vídeo (...) se me compensaría de cierta manera”, ha afirmado la futbolista.
El último escenario de las supuestas coacciones es la isla de Ibiza, donde una decena de jugadoras disfrutaron de unos días de vacaciones pagados por la RFEF. Allí se trasladaron los dos hombres a los que señala la jugadora como participantes en la supuesta trama urdida en el organismo para exculpar a Rubiales: Rubén Rivera y Albert Luque.
La jugadora ha afirmado que el primero le pidió en varias ocasiones que hablase por teléfono con el responsable de integridad de la Federación y también con Luque. Ella se negó y Rivera lo intentó entonces a través de una amiga de la jugadora. “Fue demasido insistente por una parte por la que no estaba ahí [mediar para que hablara con Integridad]”, ha dicho Hermoso. Respecto a Luque, la deportista también ha relatado que intentó de forma insistente hablar con ella y que, como no lo consiguió, envió a una de sus amigas un mensaje en el que decía que ella no se merecía “nada” por su “bajeza humana”.
En la sesión de este lunes también han comparecido otras dos testigos: Ana Álvarez, entonces directora de fútbol femenino y en el departamento de desarrollo de esta sección; y Patricia Pérez, jefa de prensa del equipo. Álvarez ha asegurado que Rubiales le dio“orden” de hablar con Hermoso para “sacar un comunicado” tras el beso y que vio a la “agitada y preocupada” porque había hablado con el presidente y le había pedido hacer un vídeo para “quitarle hierro al asunto” pero ella se había negado.
Pérez, por su parte, ha dicho que sufrió “una encerrona” por parte de la directiva de la Federación y que Rubiales la instó a mentir sobre cómo ocurrió el beso a Hermoso. Así, ha asegurado que en el marco de la investigación interna abierta en el departamento de Integridad el entonces presidente le pidió que en su declaración añadiera “frases como que Hermoso le alzó a él y le dio dos cachetadas en el costado”.
Dos semanas de juicio
El juicio se prolongará durante al menos dos semanas. Está previsto que comparezcan más de una veintena de testigos, incluidos varios cargos de la Federación y jugadoras como Alexia Putellas, Irene Paredes o Laia Codina. Rubiales y los otros tres acusados —Luque, Vilda y Rivera— serán interrogados en la fase final, tras la comparecencia de testigos y peritos.
El procedimiento judicial que ahora llega a juicio se inició el 11 septiembre de 2023, tres semanas después de la final de Sídney. Sólo unos días antes del inicio de la investigación y, en medio de una presión creciente, Rubiales había dimitido para defender su “inocencia”. En ese momento se encontraba ya suspendido de sus funciones cautelarmente por la FIFA y la Fiscalía había presentado contra él una querella por delitos de agresión sexual y coacciones tras escuchar a la jugadora. El Ministerio Público acabó pidiendo para él dos años y medio de cárcel como autor de delitos de agresión sexual y coacciones y un año y medio de prisión para el resto de encausados por las coacciones.
En la hemeroteca queda el esperpéntico discurso que Rubiales dio en la sede de la Federación, en el que aseguró que no dimitiría y cargó contra “la lacra del falso feminismo”. Sus palabras fueron aplaudidas por el staff del organismo rector del fútbol en España. Entre ellos, por los subordinados que ahora le acompañarán en el banquillo. Y también por la actual seleccionadora femenina, Montse Tomé, que está llamada a comparecer como testigo en el juicio.
Ese discurso de Rubiales, en el que aseguró que fue Hermoso quien se acercó a él, indignó a la jugadora y a sus compañeras de selección, que renunciaron a volver al equipo nacional hasta que no hubiera cambios en la dirección de la Federación. Poco después de la intervención de Rubiales comenzó un aluvión de reacciones de las jugadoras de la selección en las redes sociales. La primera fue Putellas, dos veces balón de oro: “Esto es inaceptable. Se acabó. Contigo, compañera Jenni Hermoso”.