¿Nadie recuerda a Pablo Iglesias en El Gato al Agua? Redes sociales y resistencia

¿Puede un rojo subversivo sacar partido a uno de los canales más ultraderechistas de España? ¿Puede hacerlo incluso con unas reglas del juego claramente desfavorables para su persona, ya que le obligan a debatir solo contra 4 tertulianos ultras y un moderador más facha aún? ¿Merece la pena que acepte participar a sabiendas de que pretenden usarle como caricatura del mal, machacarle aprovechando su posición de inferioridad, satanizarle, ridiculizarle y, en definitiva, ganar adeptos para la causa ultra a costa de su imagen? Pablo Iglesias (que no es santo de mi devoción) nos demostró que sí en sus memorables peleas con Jiménez Losantos y otros pitbulls de la extrema derecha en el plató de El Gato al Agua, peleas que fueron decisivas para darle a conocer y construir los cimientos de Podemos. Y es algo a tener en cuenta para afrontar los retos actuales.Hoy en día es innegable que existe una internacional ultraderechista. Los mismos ultras, con sus fotos de familia en cumbres y eventos múltiples, son los primeros en admitirlo. La AFD alemana, Milei, Vox, Trump, Meloni...y ciertos magnates como Elon Musk que, con su inmenso poder mediático (en un mundo donde las redes sociales son medios de comunicación más relevantes que la mayoría de cadenas), se han subido a su carro y van a prestarles una ayuda esencial para controlar el mundo lavando cerebros y ganando elecciones.Porque la clave es ésa: lavar cerebros, esto es, convencer al currante mileurista de que vivirá mejor en un mundo con servicios públicos en ruinas, derechos laborales abolidos, contaminación desatada y millonarios omnipotentes que podrán acaparar y explotar sin restricciones, pues los impuestos o el salario mínimo interprofesional serán cosas del pasado. Y vivirá mejor porque, en ese nuevo mundo, si su hijo enferma por la polución que cubre de negro la ciudad tendrá que optar entre endeudarse de por vida para pagarle una clínica privada o dejar que se pudra...PERO no habrá menas en las calles, la bandera nacional ondeará en cada rincón y podrá llamar maricones a los maricones.Hacer frente a Milei, Trump, Abascal, Musk, los neonazis alemanes y Meloni, no es tarea sencilla, pues su continuo apoyo mutuo y sus atronadores altavoces propagandísticos les vuelven muy poderosos. Pero hay que intentarlo, y para ello es fundamental estar donde la gente está y usar esos espacios para contrarrestar los discursos de la ultraderecha. Y, aunque Varsavsky sea un ultraderechista que apoya el genocidio en Gaza, Menéame es uno de esos sitios. Y aunque Musk tenga orgasmos sintiéndose Hitler ante las masas, X es otro de esos sitios (y cien millones de veces más grande que Menéame). En X la gente entra no sólo para ver cosas de política, sino por mil intereses diferentes, desde ver el tweet de un compañero de clase con la foto de la última quedada a enterarse de los detalles de la gira de su grupo favorito. Y si toda esa gente desideologizada o al menos no muy ideologizada solamente escucha la voz de la extrema derecha sin ningún contrapeso que la desautorice, es fácil intuir dónde acabarán. Y esa gente seguirá entrando en X exactamente igual aunque los usuarios más concienciados se larguen.¿Irse o quedarse? Depende de lo que te dejen hacer. El mero hecho de que el dueño de una red social sea un ultra, no me parece razón para largarse (por eso sigo en Menéame). La clave está en lo que te permite hacer. Si te censura e impide contrarrestar los argumentos de sus correligionarios, no tiene sentido quedarse porque no vas a poder pelear por abrir los ojos a las potenciales víctimas de la ultraderecha. Si te deja hablar, aunque sea porque económicamente le viene bien que haya diversidad en su web, creo que hay que dar la batalla. Incluso si te deja hablar pero en una posición de inferioridad, es decir, dando más voz a los suyos.Porque la alternativa es montar redes sociales donde esa misma gente desideologizada quiera entrar, pues las redes orientadas a los ya convencidos son estériles (y aburridas, porque todo el mundo dice lo mismo). Y una tarea tan hercúlea parece bastante complicada de concluir, y mucho más a corto plazo, que es cuando nos hace falta, ya que el asalto de la ultraderecha al poder va a cámara rápida. Además, no es incompatible apostar por esas redes alternativas y seguir luchando en las ya existentes. En cualquier caso, si Musk y Varsavsky quieren que los españoles piensen que el nini vividor sin un día cotizado llamado Abascal es lo que necesitan, le va a hacer mucho más daño que haya gente activista en X señalando sus vergüenzas, que perder ese pequeño nicho de usuarios (admitámoslo, la gente concienciada de izquierdas es minoritaria en relación con la población general) y poder usar su altavoz sin oposición. Y lo mismo en Menéame.Pablo Iglesias pudo usar El Gato Al Agua para construir Podemos. Entonces ¿Por qué nosotros no vamos a poder usar Menéame y otras redes para contribuir a parar a esos que consideran libertad contaminar sin límites o aprovechar la

Ene 26, 2025 - 16:36
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¿Nadie recuerda a Pablo Iglesias en El Gato al Agua? Redes sociales y resistencia

¿Puede un rojo subversivo sacar partido a uno de los canales más ultraderechistas de España? ¿Puede hacerlo incluso con unas reglas del juego claramente desfavorables para su persona, ya que le obligan a debatir solo contra 4 tertulianos ultras y un moderador más facha aún? ¿Merece la pena que acepte participar a sabiendas de que pretenden usarle como caricatura del mal, machacarle aprovechando su posición de inferioridad, satanizarle, ridiculizarle y, en definitiva, ganar adeptos para la causa ultra a costa de su imagen? Pablo Iglesias (que no es santo de mi devoción) nos demostró que sí en sus memorables peleas con Jiménez Losantos y otros pitbulls de la extrema derecha en el plató de El Gato al Agua, peleas que fueron decisivas para darle a conocer y construir los cimientos de Podemos. Y es algo a tener en cuenta para afrontar los retos actuales.

Hoy en día es innegable que existe una internacional ultraderechista. Los mismos ultras, con sus fotos de familia en cumbres y eventos múltiples, son los primeros en admitirlo. La AFD alemana, Milei, Vox, Trump, Meloni...y ciertos magnates como Elon Musk que, con su inmenso poder mediático (en un mundo donde las redes sociales son medios de comunicación más relevantes que la mayoría de cadenas), se han subido a su carro y van a prestarles una ayuda esencial para controlar el mundo lavando cerebros y ganando elecciones.

Porque la clave es ésa: lavar cerebros, esto es, convencer al currante mileurista de que vivirá mejor en un mundo con servicios públicos en ruinas, derechos laborales abolidos, contaminación desatada y millonarios omnipotentes que podrán acaparar y explotar sin restricciones, pues los impuestos o el salario mínimo interprofesional serán cosas del pasado. Y vivirá mejor porque, en ese nuevo mundo, si su hijo enferma por la polución que cubre de negro la ciudad tendrá que optar entre endeudarse de por vida para pagarle una clínica privada o dejar que se pudra...PERO no habrá menas en las calles, la bandera nacional ondeará en cada rincón y podrá llamar maricones a los maricones.

Hacer frente a Milei, Trump, Abascal, Musk, los neonazis alemanes y Meloni, no es tarea sencilla, pues su continuo apoyo mutuo y sus atronadores altavoces propagandísticos les vuelven muy poderosos. Pero hay que intentarlo, y para ello es fundamental estar donde la gente está y usar esos espacios para contrarrestar los discursos de la ultraderecha. Y, aunque Varsavsky sea un ultraderechista que apoya el genocidio en Gaza, Menéame es uno de esos sitios. Y aunque Musk tenga orgasmos sintiéndose Hitler ante las masas, X es otro de esos sitios (y cien millones de veces más grande que Menéame). En X la gente entra no sólo para ver cosas de política, sino por mil intereses diferentes, desde ver el tweet de un compañero de clase con la foto de la última quedada a enterarse de los detalles de la gira de su grupo favorito. Y si toda esa gente desideologizada o al menos no muy ideologizada solamente escucha la voz de la extrema derecha sin ningún contrapeso que la desautorice, es fácil intuir dónde acabarán. Y esa gente seguirá entrando en X exactamente igual aunque los usuarios más concienciados se larguen.

¿Irse o quedarse? Depende de lo que te dejen hacer. El mero hecho de que el dueño de una red social sea un ultra, no me parece razón para largarse (por eso sigo en Menéame). La clave está en lo que te permite hacer. Si te censura e impide contrarrestar los argumentos de sus correligionarios, no tiene sentido quedarse porque no vas a poder pelear por abrir los ojos a las potenciales víctimas de la ultraderecha. Si te deja hablar, aunque sea porque económicamente le viene bien que haya diversidad en su web, creo que hay que dar la batalla. Incluso si te deja hablar pero en una posición de inferioridad, es decir, dando más voz a los suyos.

Porque la alternativa es montar redes sociales donde esa misma gente desideologizada quiera entrar, pues las redes orientadas a los ya convencidos son estériles (y aburridas, porque todo el mundo dice lo mismo). Y una tarea tan hercúlea parece bastante complicada de concluir, y mucho más a corto plazo, que es cuando nos hace falta, ya que el asalto de la ultraderecha al poder va a cámara rápida. Además, no es incompatible apostar por esas redes alternativas y seguir luchando en las ya existentes. En cualquier caso, si Musk y Varsavsky quieren que los españoles piensen que el nini vividor sin un día cotizado llamado Abascal es lo que necesitan, le va a hacer mucho más daño que haya gente activista en X señalando sus vergüenzas, que perder ese pequeño nicho de usuarios (admitámoslo, la gente concienciada de izquierdas es minoritaria en relación con la población general) y poder usar su altavoz sin oposición. Y lo mismo en Menéame.

Pablo Iglesias pudo usar El Gato Al Agua para construir Podemos. Entonces ¿Por qué nosotros no vamos a poder usar Menéame y otras redes para contribuir a parar a esos que consideran libertad contaminar sin límites o aprovechar la miseria de un trabajador para obligarle a trabajar por 600 euros al mes, pero rechazan como perverso libertinaje el amor entre dos personas del mismo sexo con plena protección jurídica? Explotémoslas al máximo. Explotémoslas hasta que nos echen. Pero no nos vayamos voluntariamente, porque es lo que quieren. Y cuando les rebatamos, recordemos que pretendemos persuadir al público. Y persuadir exige argumentar mucho e insultar poco. No hay mejor regalo para quien sostiene una postura endeble que un insulto, pues le permite desviar la atención sobre el fondo y atacar tu posición por la forma. Usemos las redes con firmeza e inteligencia, porque pueden acabar siendo un factor decisivo para evitar la larga noche que nos viene.

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